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Beaune 2003 - Encuentros
Domar el dragón digital

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- El papel que desempeñará el cine en la próxima década parece depender de la ampliación de la UE en 2004 y de la digitalización de las salas de cine. El artículo se centra más en el segundo factor y analiza los beneficios y los riesgos que entraña

Retos y discusiones de gran envergadura, una duradera convergencia política, económica, tecnológica y artística, corren el riesgo de ser aniquiladas. Con este supuesto, han comenzado los Encuentros Cinematográficos de Beaune, organizados por el ARP : el cineasta Alain Corneau, en calidad de presidente de esta 13ª edición 2003, se ha dirigido inmediatamente al corazón del debate a los numerosos profesionales reunidos para la ocasión. Porque el horizonte del Séptimo Arte en Francia se centra en las polémicas ligadas a la financiación de películas o a las querellas sobre la distribución. En realidad, dos son las cuestiones importantes que, presentándose casi simultáneamente, han puesto en cuestión el funcionamiento del cine en el próximo futuro: la ampliación de la Unión Europea en el 2004 con la entrada de ocho países del Este y la revolución del digital en el sector.
Enfrentándose a estos cambios, con las inquietudes y el inexplorado potencial de estos cambios, cuyas consecuencias son difíciles de predecir, los profesionales franceses han puesto el acento sobre el actual periodo de transición.

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¿Cómo están las industrias cinematográficas del Este? ¿Serán capaces de adherirse positivamente en la cultura Europea? ¿En qué punto de desarrollo está el sector del digital? ¿Cómo puede Europa aprovechar la oportunidad de esta nueva tecnología, evitando convertirse en el arma de la hegemonía hollywoodiana, una especie de terminator del audiovisual de las masas? Numerosos son los puntos de reflexión sobre las oportunidades que se presentan y que podrían tener una influencia decisiva en el futuro.

Domar el dragón digital

“Atención, peligro!”. Tras la producción y post-producción, el digital se dirige hacia el sector. Una mutación que podría causar daños irreparables a la cinematografía europea y acabar desvinculando del sector a empresarios y distribuidores, que lucharían con los nuevos “actores”, provenientes del mundo de la informática y de las telecomunicaciones. Una amenaza que teme el director Alain Corneau, que no ha dudado en hablar de “lanzamiento total y definitivo de Gran Hermano”, con la posibilidad en el futuro de distribuir películas haciendo un simple clic, contemporáneamente en 100 mil pantallas europeas a la vez. Si fuera verdad, esta evolución, con las inevitables reservas, sería capaz de ofrecer extraordinarias oportunidades para mejorar la circulación de las obras y realizar excepcionales economías de costes. Razones e imperativos que deben empujar a los profesionales europeos a no perder el tren de alta velocidad de la tecnología digital. Pero el periodo de transición que se anuncia para los próximos dos o tres años, se está poniendo en peligro la convivencia entre el viejo y el nuevo sistema, con la cuestión vital de fondo del financiamiento de esta revolución y todas las preocupaciones que conlleva el nivel de piratería, desde el D-Cinema al E-Cinema. Un debate lleno de contradicciones el que se ha llevado a cabo en la mesa redonda organizada el 25 de octubre en los Encuentros Cinematográficos de Beaune.
Actualmente, la proyección digital afecta sólo a 153 salas de 165.000 en el mundo, de las cuales, 4 están en el Reino Unido, 3 en Francia y Alemania, 2 en España y 1 en Bélgica, Noruega y Austria. Basada en la tecnología Digital Light Processing, que tiene como objetivo tener el mismo nivel o superar la calidad de la proyección 35mm y que puede utilizar una paleta de 35 billones de colores, el cine digital no tiene que ser confundido con el E-Cinema. En realidad este último consiste en una proyección-vídeo, cuya calidad es inferior a la de 35m. Un sistema que ha sido elegido, por ejemplo, por el canal escandinavo Folkets, para equipar 8 salas del país en el Círculo Polar Ártico.
En el D-Cinema, la cuestión se está debatiendo en Francia, con una posición de reserva por parte de la Féderazione Nazionale dei Cinematografi Francesi (FNCF). Según su presidente, Jean Labé, “ es necesario un modelo estándar, una regla mundial, única, un único algoritmo válido para la compresión de la imagen y del sonido, para la interfaz electrónica, para el protocolo y la seguridad.”.

Otro de los problemas puestos sobre la mesa por el líder francés, es si las salas cinematográficas logran más o menos conservar la gestión de la propia programación o se convertirán en “almacenes de películas” y, sobretodo ¿quién financiará el equipamiento de las salas? y el necesario mantenimiento informático de material que se convertirá en obsoleto con gran rapidez, sin hablar de cuáles serán los beneficios para los espectadores. Interrogativos que por ahora no tienen respuesta. El costo del equipamiento de una cabina de proyección digital ronda los 70/75 mil euros y no se conoce cuánto durarán en término de tiempo. Paragonado a los 22 mil euros y a los 20 años como mínimo de utilización para una cabina de proyección de 35mm, este cambio queda como una incógnita muy onerosa. También hay que decir que los profesionales del cine miran con recelo la irrupción de las nuevas sociedades que no tienen una verdadera cultura del cine, como por ejemplo los trasmisores vía satélite y los gestores de server. Representantes del cine americano en Beaune, el vice-presidente de MPAA, Bill Murray y el director Walter Hill, se han unido a la idea de que la revolución digital tiene que hacerse con un coste razonable (con una producción en serie), con reglas comunes controladas por profesionales de la industria y de acuerdo con los empresarios y distribuidores para dividir el peso financiero del cambio. Un debate en el cual los europeos están todavía lejos, cuando siete de los colosos de Hollywood ya se han reunido en una sociedad comercial, bautizada como DCI (Digital Cinema Initiative), que presentará en marzo del 2004 sus propias conclusiones sobre la cuestión de las reglas.
De cualquier manera, el Viejo Continente no se ha quedado inactivo sobre la cuestión de la industria digital y ante la sorpresa general, son las salas independientes las que primero se han lanzado a este programa de equipamiento. Con un espíritu pionero, la red de cines de Europa Cinemas (1200 pantallas), gracias a la ayuda del Programa MEDIA equipará 20 salas de aquí a finales del 2004, llegando al 2005 con 50/60 salas listas para la aventura. Según el director general de Europa Cinema, Claude Eric Poiroux “podemos imaginar una circulación mucho mejor de las películas europeas, ya que el empresario podría firmar un contrato con el productor (si la película no tiene distribuidor en el país), resolviendo el problema del transporte, gracias al digital (de 20 kilos por copia a 200 gramos en soporte físico o sin peso, vía satélite)”. Hay que tener presente que para esta operación de equipamiento, bautizada como Proyecto ADN, la Comisión europea financia el 50 por ciento del proyector digital que el fabricante Barco vende en leasing al empresario.
El segundo experimento tendrá lugar en el Reino Unido, donde el British Council ha decidido invertir 50 millones de esterlinas para equiparar con tecnología digital, 150 cines (250 salas), para hacer más factible el poder ver películas extranjeras (no americanas). Según John Woodward, director general del BFC, el objetivo es el de “disminuir el coste muy elevado de las copias, para promocionar la diversidad cinematográfica”.
Estos intentos, han sido considerados como interesantes avances por los cineastas del ARP, que han invitado a no ceder al inmovilismo, no esconderse de “los riesgos de concentración e uniformidad ligados a esta nueva tecnología” que se debe normalizar y regular. Una conclusión, que comparten los Laboratorios Eclair y LTC, los cuales han lanzado un grito de alarma, declarando que en su sector, ligado a la copia de las películas, es rentable y que la difusión en masa del digital aniquilaría la tecnología francesa en el sector de la fabricación y de la post-producción. Advirtiendo además de que el mundo del cine tiene que plantar cara a los lobos malos, llamados France Télécom, Barco, Boeing y Microsoft!

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