En un aula oscura, las paredes blancas agrietadas sirven como pantalla de cine. Estamos en un remoto pueblo de montaña de Georgia. La luz del proyector rompe la oscuridad: la primera experiencia cinematográfica de los niños está a punto de comenzar. Entre ellos se encuentran Iman y Eva, dos chicas musulmanas para quienes la experiencia se vuelve un punto de quiebre que las motiva a tomar la cámara y empezar a filmar sus vidas diarias.