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Petter Naess

Todos somos un poco Elling

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- El director noruego habla de su éxito y del cine europeo, capaz de relatar la cotidianeidad. Próxima película: cuatro adolescentes se enfrentan al sexo, al cambio de edad, a la vida

Es la película noruega del siglo, pero Petter Naess la rodó casi por casualidad. En los cuarenta, con un pasado de actor y de director teatral, de Brode i Blodet (Hermanos de sangre), la novela de Ingvar Ambjornsen en la que se basa Elling, Naess escribió inicialmente una versión para el teatro que tuvo un inmediato y enorme éxito. Pasar del escenario al plató no fue fácil, pero en cierto modo se vio obligado a hacerlo. Como también se vio obligado, “después de dos meses de pruebas que no sirvieron para nada”, a llevar a la gran pantalla a los dos protagonistas de la obra teatral: Per Christian Ellefsen y Sven Nordin, conocidos actores noruegos. Nació así Elling, 34 días de rodaje y un presupuesto modesto, éxito de ventas noruego, propuesta para el Oscar 2002 en la categoría de mejor película extranjera, premiada en Wurzburg, Lübeck, Gante, San Sebastián y Toronto. Película conmovedora y al mismo tiempo divertida, muy divertida, capaz de relatar con sencillez y profundidad la historia de dos desadaptados que aprenden, a los 40 años, a vivir solos, afrontando desafíos tan deshumanos como salir de casa, responder el teléfono, hacer la compra, encontrar amigos y una razón para vivir.

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¿Cuál es, según usted, el secreto del éxito de la película?
“Creo que todos tenemos un poco de Elling. De vez en cuando tenemos que enfrentarnos con las pequeñas cosas importantes, superar los obstáculos, las barreras, cada uno las suyas; somos como Elling cuando tiene que cruzar la calle. He intentado transmitir simpatía hacia Elling y Kjell Bjarne, hacia la amistad que los une y hacia lo que su “rareza” representa para cada uno de nosotros”.

La película indaga con maestría en la línea que separa la normalidad de la locura…
“Mi intención no era rodar una película sobre dos casos psiquiátricos, sino sobre dos hombres a quienes la vida ha llevado a actuar en modos distintos a los normales. Elling y Kjell Bjarne dicen continuamente en voz alta lo que piensan mientras que nosotros, sobre todo los noruegos, nos pasamos la vida guardándonos todo, y ya esto hace que pensemos que son un par de locos. Aunque seguramente es menos sano reprimir y contener continuamente los sentimientos, la rabia, los deseos, las frustraciones. Podríamos empezar por aprender un poco de ellos.”

Finalmente se estrena la película en Italia, ¿está contento?
“Muy contento, pero también nervioso, lo confieso. También yo tengo un poco de Elling e Italia es el único país en el que verdaderamente quiero que tenga éxito la película. Para mí, el cine italiano es el número uno. Será porque he crecido con las películas de Rossellini, Fellini, Visconti; mi padre me llevaba a verlas y son obras que han dejado en mí una huella profunda.”

Elling ha obtenido resultados muy positivos incluso en Estados Unidos, en donde las películas europeas generalmente tienen problemas de distribución y es difícil verlas. ¿Cómo ve la relación entre el cine estadounidense y el europeo?<
“Nunca me he interesado en particular por Hollywood. Creo que Hollywood siente una especie de complejo de inferioridad cultural frente al cine europeo. Cada vez nos miran más para encontrar ideas buenas y luego, gracias a su aparato industrial, a su grandiosa máquina de financiación y distribución, arrasan. Me gustan las historias de las películas europeas, la capacidad de relatar el presente, de hablar de la gente de todos los días, de nuestros sentimientos, de la cotidianeidad que esconde vidas muy interesantes, únicas.”

¿Y el éxito de tantos autores del norte de Europa, de la llamada Ola Escandinava, surge de esta capacidad de relatar nuestro presente? “Diría que sí. Elling es así, y muchos otros directores ahora se concentran en la trama, en una buena historia. Las películas de von Trier, Moodysson, Dresen o Susanne Bier no están decoradas, ni llenas de estrellas, ni edulcoradas ni tienen que tener un final feliz, y sin embargo al público le gustan mucho. Debemos tener esto en cuenta, es la fuerza que tenemos los europeos para fortalecer el cine de nuestros países. En cuanto a nosotros los nórdicos, no hay que hacer caso a los que hablan pestes del cine noruego. En Escandinavia siempre hemos tenido una pésima reputación, pero en el fondo todos somos amigos y tenemos mucha complicidad.”

En Estados Unidos han comprado los derechos de Elling para rodar una nueva versión con Kevin Spacey, y en Noruega se está rodando un episodio anterior, Elling’s Mother (La madre de Elling), ¿por qué no trabaja usted en ninguno de estos proyectos?
“Me pidieron que rodara el episodio anterior, pero yo quería cambiar de mundo, de personajes, de horizontes y tengo en las manos otra historia. En cuanto a la nueva versión estadounidense, no me han pedido que la dirija y, además, ¿qué sentido tiene rodar dos veces la misma película? Tengo muchos proyectos nuevos a los que prefiero dedicarme.”

¿Cuáles?
“Dos trabajos teatrales, porque no tengo la menor intención de abandonar el escenario, y luego una película: la historia de cuatro chicos de dieciséis años de Oslo, cuatro adolescentes que se abren a la vida, que descubren el sexo, luchan por afirmar su identidad, en pocas palabras, que crecen. Ya hemos completado el reparto y comenzaremos el rodaje en la próxima primavera. La película, aún sin título, saldrá en 2004. Estoy también leyendo otros guiones, pero es muy pronto para hablar de ellos. Y, además, en el futuro próximo veo muchas montañas noruegas para esquiar durante todo el invierno.”

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