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Dominique Abel, Fiona Gordon • Directores

“El efecto sorpresa”

por 

- Las extravagantes criaturas de La Fée, que el amor une dentro y fuera de la pantalla, siguen con su exploración burlesca tras L'iceberg y Rumba.

Ella es de nacionalidad canadiense, nacida en Australia, y él es belga: Fiona Gordon y Dominique Abel se conocieron en París gracias a su amor por el circo y 32 años después este amor los une aún tanto en la vida real como en la pantalla. Prueba de ello es La Fée [+lee también:
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, su última comedia burlesca. Desde Bélgica, donde realizan sus películas, la pareja trabaja junto a un tercer compinche, Bruno Romy, que no participó a esta entrevista, fiel a su reputación de hombre discreto…

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Cineuropa: ¿Cuál es el mensaje de La Fée [+lee también:
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?

Fiona Gordon: Nos gustaba mucho la idea de presentar a un hada que no estuviera completamente acabada, como si su creación se hubiera detenido antes de terminarse. Tiene todos los poderes de un hada, pero no sabe cómo utilizarlos.

Dominique Abel: Es un poco como cuando nacemos: tenemos toda la vida por delante y todo es posible, pero pasamos nuestro tiempo a saber cómo funcionamos. Nuestra hada quiere hacer el bien, pero es aún muy torpe.

Nunca desvelan el contenido de sus películas. ¿Es una superstición?
F.G : No, en absoluto, pero como espectadores, nos gusta mucho el efecto sorpresa que puede provocar el cine y es una lástima si se arruina sólo porque se ha dicho demasiado en la entrevista.

¿Hay en La Fée nuevos elementos con relación a sus películas anteriores?
D.A: No pretendemos distinguirnos cueste lo que cueste de nuestras películas anteriores. La escritura y el montaje nos dictan la película y al final nos damos cuenta de que hay elementos diferentes pero que no son premeditados.

F.G : Hay, por ejemplo, una dimensión un poco social en La Fée, pero no se puede comparar con una película de los hermanos Dardenne (risas). Además, hay más diálogos…

Trabajan juntos y forman una pareja. ¿El hecho de crear sin parar historias de amor para sus personajes mantiene la historia de ustedes?
F.G: Realmente no hay ninguna relación entre nuestros personajes y nosotros. Las películas son más bien un tema de discordia porque nunca estamos de acuerdo en la primera fase de escritura y nos peleamos por esta razón.

D.A: Lo que ven en la pantalla es nuestra profesión. Si no separáramos la vida privada y la vida profesional estaríamos siempre en nuestras películas y no lograríamos vivir como una pareja normal. Fuera del plató casi no nos peleamos e incluso si sucede no tenemos violentas disputas como pueden existir en algunas parejas. Somos bastante zen, salvo durante un rodaje o un montaje; entonces nos ponemos muy nerviosos.

¿Es Bruno Romy, el tercer autor, el que zanjaba la cuestión cuando no estaban de acuerdo?
Fiona Gordon y Dominique Abel (al unísono): No, soy yo (risas)

D.A: Sí, Bruno aporta una mirada neutral sobre lo que hacemos y nosotros somos también muy críticos con sus ideas. Necesitamos ser tres para complementarnos realmente.

F.G: .... Y no vivimos con él. Él vive en Caen y nosotros, en Bruselas.

Igual que Kaurismäki, ustedes filmaron la película en la ciudad portuaria de Le Havre. El marco es semejante en ambas cintas…
F.G: Nos dimos cuenta al ver Le Havre [+lee también:
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. Es una curiosa coincidencia, pero no es de extrañar porque esta ciudad es increíble. Es un decorado de tamaño natural y no tuvimos nada que hacer para que coincidiese con lo que habíamos imaginado para la película. Fue como aterrizar en medio de una enorme maqueta intemporal y la película de Kaurismäki tiene también ese lado que no pasa de moda, incluso retro, y eso sucede gracias a la ciudad.

D.A: Rodar en la región natal de Bruno Romy era algo bastante evidente para nosotros. Conocemos muy bien Le Havre y, sinceramente, la película no habría podido realizarse completamente en Bruselas sin reconstituir en su totalidad los decorados que utilizamos.

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