22/09/2011 - El director sueco Björn Runge finaliza su trilogía sobre la liberación con el drama Happy End, en competición en San Sebastián 2011

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ficha de la película], presentada a competición en el Festival de San Sebastián, el director sueco da por finalizada su trilogía sobre la liberación a través de un duro drama sobre cinco personas donde se filtra un atisbo de esperanza a través de la oscura luz del norte.

Cineuropa: Happy End gravita sobre el trabajo de los actores. ¿Cómo fue el proceso de trabajo con ellos durante la preparación de la película y el rodaje?
Björn Runge: Cuando leo un guión veo caras de actores que pueden encarnar el personaje pero hago muchas pruebas, a veces hasta 4 veces, para cada actor; incluso Anne Petren, que es una actriz muy famosa en Escandinavia, pasó por el mismo proceso porque quería tener claro que era la actriz adecuada. Intento que los actores aporten a la película experiencias o aspectos de sus vidas que yo desconozca y que no estén en el guión. Soy muy abierto en ese sentido. Leímos el guión línea a línea y a veces llamábamos al guionista danés para pedir más material con intención de incorporarlo en la fase de edición. Ante todo me gusta darles la libertad de expresarse.

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En la película las mujeres parecen más fuertes que los hombres. ¿Es una mirada feminista?
Para esta película le pedí al guionista danés que me escribiera papeles interesantes para mujeres; por eso tal vez sí sea feminista. A los hombres no los veo débiles sino confusos. En Suecia esto ocurre mucho con el nuevo rol que tienen que asumir en la sociedad moderna. El personaje de Morten, el señor mayor, no tiene esa confusión porque ya ha pasado por todo eso. Hace un tiempo me di cuenta que en mi vida he estado más tiempo con mujeres que con hombres y, tal vez, me siento más cómodo haciendo películas con una perspectiva femenina. En mis últimas películas me he centrado en ese mundo Así que puede que sí sea feminista pero no me molesta porque me fascina la convivencia y las relaciones entre hombres y mujeres.

Para la iluminación contaron con el asesoramiento de Vittorio Storaro, lo que le hace tener características diferentes a otras películas nórdicas. ¿Cómo fue esta colaboración?
Vittorio Storaro me hablaba de la “lengua de la luz”, que podría ser un elemento inconsciente cuando se tiene una luz determinada. En el guión sabes que estos elementos inconscientes quieren decir cosas para el espectador. Es importante el conocimiento de los colores y aprender qué quiere decir cada color y cada sombra. Trabajo mucho en el teatro y solo utilizo filtros de Vittorio Storaro. Me gusta la idea de experimentar con esto aunque en el cine no es tan fácil.

Entonces, ¿piensa adaptarla al teatro?
En este caso no tengo ninguna intención de llevarla a los escenarios.

¿En la película hay una confianza en el azar o en la casualidad más que en las propias personas?
Más que el azar son los encuentros entre los diferentes personajes los que provocan cambios en su autopercepción, especialmente en el caso del personaje de Catherine, aunque no he pensado mucho en el destino.

Hace cuatro años el Festival de San Sebastián dedicó un ciclo retrospectivo al cine nórdico. ¿Qué percepción tiene del cine escandinavo actual?
Sí, yo participé con Daybreak. Hay una nueva tendencia que es hacer películas de ficción con forma de documental. También hay una nueva generación de cineastas que vienen de las escuelas de arte que hacen películas muy personales, algo que ahora sí permite la industria y antes no. Creo que el futuro es muy esperanzador aunque hay un problema económico muy importante. Las empresas grandes no saben cómo van a ganar dinero. En Suecia hay un crecimiento de empresas de cine pequeñas que están haciendo cosas muy personales.

¿En qué proyecto trabaja actualmente?
Escribo un nuevo guión que con suerte rodaremos el verano próximo en Islandia y Tailandia. Dos países muy diferentes, porque no creo que haya ni un árbol en Islandia; en cambio, donde vamos a rodar en la frontera entre Tailandia y Camboya hay mucha selva. El tema de la película es la identidad explorada por diferentes vías.