11/04/2013 - La directora neerlandesa de 32 años ha presentado su primer largometraje,Silent Ones, en estreno internacional en la competición oficial del Festival de Cine Europeo de Lecce

Tras su estreno mundial en Rotterdam, la directora neerlandesa de 32 años Ricky Rijneke ha presentado en el Festival de Cine Europeo de Lecce su primer largometraje, Silent Ones [+lee también:
tráiler
ficha de la película], una producción de Rotterdam Films. Se trata de una obra hipnótica e introspectiva sobre una viaje emocional que otorga gran protagonismo a los espacios, sonidos, luces y sensaciones.

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Cineuropa: ¿Quién es Csilla, la protagonista de tu película?

Ricky Rijneke: Csilla es una mujer de Europa del Este que despierta tras un accidente de tráfico y no encuentra a su hermano menor, Isti. Confundida, sube en un buque mercante con destino Europa Occidental para llevar a cabo el sueño de su hermano. La película nace de imágenes, ambientes y un cierto estado psicológico de la protagonista. El estado de ánimo es lo que cuenta en mi cine.

Csilla e Isti son los “silenciosos” de la película. ¿Por qué has preferido no revelar su pasado?

Son dos foráneos. No pertenecen a ningún sitio. Creo que no era importante decir quiénes eran y que es más estimulante hacer una película donde no se responde a todas las preguntas. Deja lugar al espectador para interpretar y pensar por sí mismo cuáles pueden ser las razones de los personajes.

Utilizas mucho la voz en off y los diálogos están reducidos al mínimo. ¿Se puede decir que el espectador es testigo de una especie de flujo de conciencia, que entre en los pensamientos de la protagonista?

He concebido la película como un poema. Entramos en la mente de la protagonista. Sentimos lo que ella siente. Los paisajes, incluyendo el interior, tienen un papel fundamentral en la película y en la vida de los personajes.

Toda la película está rodada en dos escenarios: un barco y una enorme llanura delante de un bosque. ¿Dónde ha tenido lugar el rodaje?

He rodado todo en Holanda. El barco era una vieja embarcación abandonada en el puerto de Rotterdam. Todo seguía en su sitio. La sensación de claustrofobía, frío y mal olor eran reales. Me ha parecido interesante mostrar la aceptación de una muerte en un ambiente tétrico. El barco está concebido como una prisión flotante, pero también como un camino hacia el futuro. El campo está cerca de la frontera con Bélgica y transmite una sensación de alienación.

¿Cómo has elegido a la actriz protagonista, la húngara Orsi Toth?

Nos conocimos en Locarno. La había visto en muchas películas. La elegí porque es capaz de expresar emociones incluso sin hablar. He estudiado su modo de actuar y su cuerpo y en función de ello ha cambiado partes del guión para adaptarlo a ella.

El final de la película es muy abierto. ¿Cómo se puede interpretar?

Cada uno lo ve a su manera. Hay quien interpreta el final como si el niño nunca hubiese existido, como una metáfora de la infancia perdida. Otros, de manera más realista, creen que el niño se levanta y va a buscar ayuda.

¿Ha sido difícil financiar la película?

No especialmente, porque el presupuesto ha sido muy bajo y ha sido realizado en coproducción con Hungría. He trabajado con gente de toda Europa. El director de fotografía es húngaro; el compositor de la banda sonora, ruso. Gente de muchas nacionalidades distintas han trabajado en la película, polacos, checos, belgas. Una verdadera colaboración europea.