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Lech Majewski • Director

"Estoy contra la dictadura del comportamentalismo en el cine"

por 

- Hablamos con el director polaco Lech Majewski sobre su nueva película Onirica, inspirada en Dante y rica en símbolos y visiones

Lech Majewski  • Director

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, inspirada en Dante, el director polaco Lech Majewski concluye su trilogía sobre las grandes obras de los clásicos (El molino y la cruz [+lee también:
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, a partir del Camino del calvario de Brueghel, y El jardín de las delicias, fundamentada en la obra de El Bosco).

Cineuropa: Onirica se refiere a La divina comedia de Dante pero también a unos acontecimientos de la historia reciente. ¿Qué elemento primaste?
Lech Majewski: Es una especie de osmosis. Durante mucho tiempo incubé la idea de hacer una película sobre La divina comedia. Esta obra ofrece todo un bosque de imágenes de las que uno sólo puede salir herido al atravesarlas, si bien acaban resultando inolvidables. Estas imágenes regresaban con regularidad en mis sueños y pronto se encarnaron en la realidad con los trágicos acontecimientos de 2010. A principios de aquel año tuve una especie de presagio. Vi la imagen de un campo en el sur de Polonia, con sus filas de postes eléctricos de hormigón armado completamente cubiertos de escarcha y tan deformados por el viento que parecían falsos. Este presagio fue, para mí, como el prólogo de la película.

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Una de las características de tu cine es la abundancia de símbolos, lo cual divide al público.
Lo sé; los espectadores desconfían porque no los comprenden del todo, pero no hay que agobiarse. Ni siquiera yo soy capaz de descifrarlos todos. Las imágenes, los símbolos, vienen a mí y yo los pongo en mis películas instintivamente, a veces sin tratar de entenderlos. Dejo ciertas parcelas desconocidas, incomprendidas. Y, lo digo de corazón, creo que el espectador es codirector de la película: siempre ve cosas nuevas y es de él de quien verdaderamente puedo aprender.

¿Cómo trabajas el casting? ¿Piensas en actores concretos cuando te nace la idea de una película?
No, nunca. Organizamos castings pero yo no participo en ellos. A los actores se les pide una cosa muy concreta; a veces ni siquiera tienen que decir nada. Se les filma desde que entran en la sala y los veo de inmediato en mi ordenador. De esta manera, puedo ver cómo actúan en el espacio y cómo actúa el espacio sobre ellos. Puedo ver cómo sufren en la pantalla, sin tener que padecer las impresiones que podría tener con un contacto real.

Te gustan los rostros desconocidos, los actores debutantes.
Sí, me gusta encontrar en mis obras caras que nadie ha visto nunca en una pantalla. A veces me ocurre que para papeles importantes selecciono personas que jamás interpretaron personaje alguno en el cine.

En el plató de rodaje, ¿deja lugar a lo azaroso y lo imprevisible?
Evidentemente. Quizá sea lo más importante que yo busco, en cierto modo. Hace mucho tiempo que digo que no hago cine a solas. Hay una especie de fuerza suprema que, si le gusta lo que ocurre, añade algo de manera totalmente inesperada, brusca y violenta. Uno puede aprovechar ese instante, absorberlo o perderlo. En Onirica, por ejemplo, hay una escena en el bosque en la que los personajes están de pie mucho tiempo bajo los árboles, sin moverse, sin hacer un solo movimiento. Mientras que la cámara viajaba muy lentamente hacia las copas de los árboles, un viento muy fuerte se levantó y empezó a soplar como si estos árboles quisieran realmente tomar la palabra y decirnos algo.

Empleas mucho las nuevas tecnologías digitales y los efectos especiales. ¿Podrías ahora prescindir de estos recursos?
No, la verdad es que no porque son indispensables para mostrar todo lo que hay más allá de lo real, lo que ocupa sin descanso mi ánimo. Sería imposible realizar las visiones, como las que están presentes en Onirica: una cascada inmensa en una catedral, dos bueyes trabajando el suelo de un supermercado...

Sartre dijo que el surrealismo era la realidad de un nivel superior, la realidad total. ¿Compartes este punto de vista, tú cuyas películas hacen referencia explícita y constante al surrealismo?
Sí, me gusta mucho. Y, efectivamente, me considero un auténtico realista. Estoy contra el enfoque comportamentalista del ser humano y contra la dictadura de esta visión en el cine. Lo que se impone actualmente en el cine, lo que importa más, es mostrar la acción, lo que hace y dice el personaje… pero lo humano no se limita a la proyección exterior sino que dispone de una estructura muy compleja. Somos una verdadera mezcla de delirio, imaginación, voluntad, deseo, sueño y tarjetas postales que llenan nuestras cabezas… Tenemos una naturaleza muy complicada y así es como quiero presentar al ser humano.

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(Traducción del francés)

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