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MÁLAGA 2018

Elena Trapé • Directora

“Mi intención era rodar una película incómoda”

por 

- La cineasta catalana Elena Trapé compite en la sección oficial de Málaga con su segunda película de ficción, Las distancias, con producción ejecutiva de Isabel Coixet

Elena Trapé  • Directora
(© Festival de Málaga – Cine en español)

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es el segundo film de ficción de Elena Trapé tras su debut en el largometraje con Blog [+lee también:
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y tres cortometrajes previos. El largometraje, apoyado por Isabel Coixet, aterriza en la sección oficial a concurso del 21º Festival de Málaga – Cine en español con muchas opciones de que esta reunión de amigos en Berlín, que no depara sorpresas precisamente agradables, pueda obtener merecida recompensa.

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Cineuropa: ¿Cómo se armó la producción y de qué manera entró Isabel Coixet?
Elena Trapé:
 Marta Ramírez, la productora, es muy amiga de Miguel Ibáñez, uno de los coguionistas, quien nos puso en contacto cuando ya teníamos una versión bastante cerrada del guion. Ella, que había estado trabajando muchos años en compañías como Rodar & rodar y Oberón Cinematográfica, tenía muchas ganas de producir algo por sí misma: le encantaba el proyecto y se lanzó. El inicio consistió en hacer un dossier precioso y nos fuimos al Market de la Berlinale a buscar un coproductor: volvimos con uno alemán, pero al final el formato de coproducción no siguió adelante. Cuando ya estábamos a punto de rodar, entró Isabel Coixet: tuve la suerte de conocerla a través del documental que rodé sobre ella, en 2015, Palabras, mapas, secretos y otras cosas, encargado por este Festival de Málaga, y ella ha estado siempre apoyando.  

Supongo que le fascinaría una película que habla de expectativas no cumplidas como lo es Las distancias... 
Sí, en el caso de los personajes del film lo que les sienta peor es el estado de excepción que genera el cambiar el contexto donde se reúnen. Porque hay dinámicas que son fáciles de mantener vivas una vez al año: viene el amigo de Berlín de visita a Barcelona, nos reunimos, cenamos, nos reímos y luego me voy a casa criticando a todos los demás. Pero en este viaje, donde cada uno se tiene que reubicar, pone en evidencia que los roles han cambiado porque también lo han hecho ellos y finalmente les obliga a confrontarse con sus propios problemas. Era clave en la trama ese viaje y el cambio de ciudad, también que fuese Berlín en invierno, que no es acogedora y si no la conoces resulta difícil. Berlín en verano hubiera sido otra película, pero en invierno no te recibe bien.

Aparece la capital germana retratada como incómoda y hostil, con esa luz que mata los colores...
Aunque la película no está fotografiada en blanco y negro, tiene algo de ello y eso lo decidí junto a Julián Elizalde, el director de fotografía: una luz que parezca no intervenida, pero sí hay un planteamiento que no va a favor de los personajes, que no salen guapos. Hay muchos momentos de incomodidad, de aspereza, que los genera la luz, y al final el poco color que hay también lo termina aportando la luz en determinados momentos, pero incluso así resulta incómoda. Y esa aspereza también está en los cortes del montaje, los cambios de secuencia, las mezclas... 

Como muestras en el film, los roles que hemos adquirido en la familia o en el grupo de amigos son ineludibles, pues todo se desmorona si no los representamos casi siempre...
Exacto: se ejercen unas fuerzas, tanto entre amigos como en la familia, que cuando uno quiere cambiar, esa estructura no se lo permite, porque eso obliga a los demás a moverse y no todos tienen ganas de hacerlo. La visita al amigo en Berlín es un detonante, termina siendo como una ficha de dominó que tira todas o un castillo de naipes que se desmorona inevitablemente, porque a la que uno hace algo inesperado, los demás tienen que recolocarse y pueden no saber hacia dónde ir. También me gusta que detrás de las motivaciones de cada uno de ellos para hacer ese viaje a Berlín haya otro motivo, que no es puramente visitar a un amigo: eso hace que las intenciones estén contaminadas desde el inicio; es una reunión que empieza mal. 

La vida y el tiempo los ha cambiado...
Por eso cuesta soltar lastre, porque has compartido algo fantástico con esa gente en otra época, que no se puede repetir. Hay ahí algo muy contradictorio y me imagino que mis personajes por eso no dejarían morir del todo su amistad, aunque algo se rompe durante esa experiencia berlinesa: la fe se ha perdido. También a veces hay que dejar esa distancia a la que alude el título: ver que a esa persona ya no le puedes pedir lo mismo que antes. 

Los retratos humanos de la película no salvan a ningún sexo.
La secuencia más larga de la película es una conversación entre dos mujeres que, en el fondo, hablan de un hombre. Ahí está el personaje de Alexandra Jiménez, que no está conectando con el hecho de ser madre, pues el estar embarazada le genera una crisis existencial y ese fantasma que ha podido ser el amigo de Berlín en su vida, ese rollo pendiente, hace que de repente explote. Más que rivalidad entre mujeres hay algo de paso del tiempo y de envidia de lo ligero que es el equipaje de la más joven, capaz de dejar a una pareja: en cambio, ¡qué difícil es romper una relación a los 35...! En esa escena hay más de "cómo me duele hacerme mayor" que de rivalidad entre mujeres.  

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