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Emmanuelle Bonmariage • Directora

“Manu no es obsceno ni vulgar, aunque juegue con los encuadres”

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- Hablamos con Emmanuelle Bonmariage, cuya película Manu, l’homme qui ne voulait pas lâcher la caméra, dedicada a su padre, Manu Bonmariage, se estrenó en Bélgica el 6 de junio

Emmanuelle Bonmariage • Directora
Emmanuelle Bonmariage en Manu, l’homme qui ne voulait pas lâcher la caméra

Emmanuelle Bonmariage ha sido actriz antes de lanzarse a la escritura, a la radio y, por último, a los documentales, que la han llevado a centrar su cámara en un tema apasionante: su padre, el cineasta y director de documentales Manu Bonmariage, uno de los padres espirituales del espacio de documentales belga Strip Tease, cuya obra plagada de cine directo ha marcado a toda una generación de directores. Su película, Manu, l’homme qui ne voulait pas lâcher la caméra [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Emmanuelle Bonmariage
ficha de la película
]
, se estrenó el miércoles 6 de junio en los cines belgas.

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Cineuropa: ¿Cómo surge el proyecto?
Emmanuelle Bonmariage: Surgió el día que mi padre me dio una de sus cámaras, lo puse junto a mis otros proyectos documentales. El acto simbólico de que me diese la cámara aunque yo no sea operadora de cámara me hizo decidirme a grabar sobre él, de tomarlo como argumento.

¿Fue algo evidente, ya que él podría haber protagonizado alguna de sus películas?
Todos tenemos una historia, un contorno, un relieve, tres dimensiones. Pero mi padre es una persona que se ha fundido con su trabajo: el hombre de la cámara. Es una persona que ha vivido cosas increíbles y que ha dejado muchas huellas. Ha tenido 8 hijos con 4 mujeres. Es un sabio. Yo le dije: “Te voy a grabar con esta cámara porque estoy segura de que si encontrases a un tipo como tú, querrías grabarlo”.

¿Cómo definirías su método de trabajo?
Él no duda en entrar en una cierta dinámica de manipulación pero nunca se burla de las personas a las que filma. Está a su altura, hasta en el encuadre. Tiene un lado camaleónico, se funde con la situación, al lado de los protagonistas. Su cámara es un escudo que le protege pero también es su arma. Él se permite todo o casi todo cuando tiene su arma en la mano. Manu no es obsceno ni vulgar, aunque juegue con los encuadres. Hay que confiar en las personas que aceptan ser grabadas y en la empatía de los espectadores.

El cine de lo real, el cine directo, es un arte. A Manu no le gusta que le digan que hace reportajes. Él no se dedica a la didáctica ni a la información. Él hace el montaje, reconstruye, hace el trabajo de un cineasta. Yo veo sus documentales como si fuesen ficciones. El cine directo es la mirada de alguien sobre la realidad. Es una sensibilidad artística, no un documento.

¿Cómo decidiste contar su historia? ¿La escritura precedió al montaje?
Yo sabía desde el principio que sería una película de montaje. Mi argumento era mi padre, algo que no es fácil porque tiene Alzheimer. Algunas veces tenía muy buena voluntad y otras tenía un humor de perros. Es una cinta de 1 hora y 33 minutos de duración pero yo tenía 95 horas de grabación. Desde el principio, me pareció que tenía demasiados parámetros que no podría abarcar en el rodaje. Algunas secuencias me sorprendieron por completo. Pero también había un componente aleatorio en el rodaje, que hubo que dosificar en el montaje. ¿Cómo contar la historia del cineasta y del hombre de montaña, a través de mi propia mirada?

¿La idea también contemplaba volver sobre sus obras?
Yo veo sus películas desde que era pequeña. Siempre he estado cerca de él. Como él se resistía a contar ciertas cosas, me planteé qué podíamos aprender de él a través de sus películas sin acotar o sin ser demasiado didácticos. Yo quería que las películas se integrasen de forma orgánica en el relato e hiciesen eco a los acontecimientos de su vida.

Hay muchas capas en la película.
Sí, y muchos soportes diferentes: mis imágenes, las suyas, imágenes de archivo, grabaciones caseras… Era importante que todo formase un conjunto coherente. Y cercano a él. A veces, yo decía: “¿Esto es un retrato o un testimonio?”

Finalmente, también es una forma de honrar su trabajo. Manu está un poco olvidado. A mi productora, que estuvo en el INSAS hace diez años, le sorprende que no se hablase de Manu Bonmariage en aquella época. Sus películas están llenas de humanidad. Yo no digo que él lo sea pero sus películas nos devuelven a nuestra humanidad. Es lo que compartimos todos.

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(Traducción del francés por Carolina Benítez)

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