30/09/2023 - El cineasta francés explica por qué ha decidido explorar las vidas cotidianas de los profesores a través de la ficción, con su habitual estilo que mezcla realismo, comedia y drama

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ficha de la película], que ya se encuentra disponible en los cines franceses y ha sido presentada fuera de competición en la 71.ª edición del Festival de San Sebastián, es el 5.º largometraje de un Thomas Lilti que viene de cosechar un éxito de taquilla tras otro con Hipócrates [+lee también:
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ficha de la película], sus anteriores trabajos.

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Cineuropa: ¿Qué te llevó a interesarte por el mundo de la enseñanza después de haber hecho tres películas ambientadas en hospitales?
Thomas Lilti: Es un mundo con el que también estoy bastante familiarizado, ya que mi padre y yo somos los únicos que no somos profesores en mi familia, el resto se dedican todos a la enseñanza —de la ESO, Bachillerato y universidad— . Por tanto, siento verdadera debilidad por este mundo cuyas dificultades he visto con mis propios ojos. Además, se trata de un tema en la línea de los anteriores, ya que aborda el compromiso de las personas con su trabajo en profesiones del sector público, trabajos cuyas condiciones no han hecho más que empeorar a causa de unas políticas públicas que los han ido destruyendo progresivamente durante las últimas décadas. De hecho, no siempre miramos con buenos ojos a nuestros profesores, especialmente a los de la ESO y Bachillerato.

¿Investigaste mucho acerca del tema?
Sí, creo que es algo imprescindible si se pretende reflejar una profesión con la mayor precisión posible y, sobre todo, si se quiere comprender las emociones y los distintos estados de ánimo de los profesores. Llevé a cabo una investigación de tipo documental: vi reportajes, leí artículos de periódico, etc. Me fascina el trabajo periodístico como fuente de inspiración, porque te acerca a las personas y a sus patrones de habla, te permite aproximarte a la conversación espontánea... Lo único que falta es el prisma ficticio y novelístico, aunque trato de dotar a la obra del mismo más adelante. Otra de las cosas que hice fue conocer a profesores en activo y adentrarme en su entorno: salas de profesores, comedores, aulas, etc. También hablé con alumnos, porque aunque lo que hace diferente a la película es el hecho de que adopta únicamente el punto de vista de los profesores, oír a los alumnos mostrar su opinión sobre sus profesores fue de lo más instructivo.

¿Qué criterio utilizaste a la hora de elegir el tipo de instituto en torno al que querías que girara la película?
Mi intención no consistía en hacer una película sobre los colegios, sino sobre la profesión docente. No me creo que no haya profesores y profesoras que hagan su trabajo —que marca un antes y un después en la vida de muchas personas— con pasión y una entrega total. Por eso, teníamos claro que la película tenía que alejarse de la imagen tan negativa que nos proporcionan los medios de comunicación de los colegios, y con razón. La inmensa mayoría de los institutos franceses funcionan de maravilla. Evidentemente, también hay dificultades y alumnos que no van bien, pero no es un caos. Es por eso que era muy importante no ambientar la película en un instituto problemático o de clase media. Obviamente, me preocupan los problemas de la sociedad actual, pero sabía que si realmente quería contar la historia de lo que supone ser profesor, tenía que asegurarme de no centrarme demasiado en las cuestiones más importantes.

Los buenos profesores es una película coral. ¿Cómo desarrollaste los personajes para que fueran humanos y realistas al mismo tiempo?
Pude crear un grupo, en primer lugar, porque imaginar la vida privada de estos profesores me llamaba mucho la atención. De esta forma, traté de que cada uno tuviera una historia ligeramente distinta a la del resto. Cuando eres alumno, el profesor solo existe entre el inicio y el fin de cada clase, así que encontrártelo por casualidad en el supermercado te parece alucinante, casi imposible. Quería explorar todas esas cosas con las que no estamos familiarizados: ¿qué ocurre cuando los profesores no están entre las cuatro paredes de las aulas? También quería ver cómo salía el experimento de juntar a Vincent Lacoste y a François Cluzet en la misma película, lo cual hizo que la obra girara en torno a dos generaciones distintas. Luego llegaron el resto de personajes, todo ello con la idea de un reparto en grupo que tanto me gusta: trabajar con actores y actrices que me fascinan y, como yo también les gusto a ellos, se crea un círculo de vínculos y afecto entre todos en el plató. Habrá quien diga que es una visión idealizada y que no todos los docentes se llevan así, que no existe esta confraternidad. Puede ser, pero mi objetivo no es otro que el de contar la historia de la solidaridad propia de los institutos, porque es algo en lo que creo de todo corazón, como también hice en mis películas sobre los cuidadores. Y es que considero firmemente que la solución en este tipo de profesiones reside en el colectivo, en el grupo, que constituye prácticamente un salvavidas que hace más llevaderas las dificultades del trabajo. El propósito de la película es, por tanto, transmitir que, a pesar de las dificultades que entraña una profesión tan solitaria, todos estos hombres y mujeres encuentran cierto consuelo y sentido a su trabajo gracias al grupo.

(Traducción del francés)