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VENECIA 2011 Semana Internacional de la Crítica

La lección de optimismo de Louise Wimmer

por 

El director francés Cyril Mennegun presenta su primer largometraje en la 26ª Semana Internacional de la Crítica de Venecia. Louise Wimmer [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
describe a una mujer, Luisa que, con casi 50 años de edad, resiste al margen de la sociedad para preservar las apariencias e intentar salir adelante tras una ruptura que le dejó sin domicilio, sin dinero y sin familia. Luisa, que trabaja como criada por un sueldo miserable, vive en su coche y utiliza los establecimientos públicos para lavarse, beber y alimentarse como puede. La película narra sus sinsabores mientras que espera una vivienda social que le permitirá reintegrarse en la sociedad después de casi 7 meses de supervivencia.

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Cyril Mennegun se pega a su personaje que está en el centro de cada escena de la película. La actriz Corinne Masiero encarna a Luisa Wimmer como una mujer orgullosa y resistente, plena de rituales (la película evoca a menudo la higiene de Luisa que no se deja llevar), pero que va perdiendo su fuerza a medida que el sistema social la arrincona, agobiándola bajo el peso de pequeñas deudas, correos de rechazo y procedimientos administrativos humillantes. Sentimentalmente, Luisa se protege. No habla de su historia que el espectador deberá adivinar entre líneas. Sus contactos sociales se limitan a inversiones utilitarias. Una amiga le da fiado en un bar, un cliente se encariña con ella y repara su coche, un amante le hace el amor sin una palabra a cambio. Luisa busca el cariño en su hija que ya no tiene casi contacto con su madre, pero debe conformarse con el afecto de un desconocido que la abraza el tiempo de una crisis de llanto.

Luisa se debilita. Su fragilidad es cada vez más evidente. Su máscara social se resquebraja por todas partes y así como su coche, progresivamente exhala su último suspiro. El espectador, encariñado con esta mujer que lucha por salir adelante, comienza a temer por ella. Espera que le vaya bien y, afortunadamente, no es el único. Mennegun insufla a su último acto una nota de esperanza. Todavía cree en los hombres y mujeres que forman parte de un sistema administrativo deteriorado y que, individualmente, logra asistir a una de sus víctimas. Bastaría un poco más dedicación personal por parte de una asistenta social (sin embargo novicia y aún no hastiada) para comprender la desesperación de Luisa que ya no puede disimularlo más. El milagro se produce in extremis, como en los cuentos. A través de Luisa, sentimos la felicidad de este nuevo comienzo y a través de su mirada, la austeridad de las viviendas sociales se percibe como un regalo del cielo, bañada en una luz divina que contiene la promesa de una nueva vida. Una bella lección de optimismo, poco común en el género de cine social del cual forma parte Louise Wimmer.

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(Traducción del francés)

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