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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Abrir puertas y ventanas

por 

- Tres hermanas se esfuerzan en encontrar su futuro. Ganadora del Leopardo de Oro a la mejor película en Locarno.

En Abrir puertas y ventanas [+lee también:
tráiler
entrevista: Milagros Mumenthaler
ficha de la película
]
, su primer largometraje, la realizadora suiza-argentina Milagros Mumenthaler firma una historia de transición. Tres hermanas, que viven juntas en la casa de su abuela recientemente fallecida, luchan por dar con su futuro, cada una diferente, pero sin embargo conectadas por sus lazos familiares y su pasado común. El jurado del Festival de Cine de Locarno otorgó a esta película el Leopardo de Oro a la mejor película de su 64ª edición y, además, la joven actriz María Canale fue elegida mejor actriz por su interpretación de la mayor de las hermanas, Marina.

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En apariencia, no pasan muchas cosas en la cinta. Tres jóvenes, Marina (21 años), Sofia (20) y Violeta (18), viven en la casa de su abuela, que murió poco tiempo atrás. Es verano en Buenos Aires y el aire parece suspendido, como las vidas de las tres hermanas, que no saben cómo comportarse ante la ausencia de la mujer que las crió. Sus padres desaparecieron hace años, pero no sabemos por qué. ¿Fueron víctimas del régimen o murieron en un accidente?

Marina se encarga de sus hermanas menores. Además de sus estudios universitarios, hace las tareas domésticas, cocina, lava y lleva la contabilidad. A Sofia parece importarle solo la moda, aunque a veces fisga en los armarios de la abuela en busca de recuerdos perdidos y secretos escondidos. Violeta mira la televisión. A veces, en secreto, se ve con un hombre, cuya identidad no es revelada al espectador. No hay muchos diálogos, que suele limitarse al intercambio de frases hirientes entre hermanas que se conocen lo suficientemente bien para saber cómo hacerse daño. Pero, más allá de ello, sienten una imperiosa necesidad de separarse, ser distintas, únicas, y encontrar una identidad al margen de las experiencias que las unen.

Abrir puertas y ventanas - el título está tomado de las últimas líneas de la inmortal obra de Federico García Lorca “La casa de Bernarda Alba” – no necesita palabras para describir el sentimiento de desconcierto que sienten las jóvenes. Milagros Mumentaler cuenta su historia entre líneas, a través de imágenes de un verano falto de aire que paraliza la vida. Pero un día, a pesar de la quietud de la casa, sucede algo. Violeta se va, dejando una carta a sus hermanas, en la que anuncia su deseo de seguir su carrera musical junto al hombre que ama. Sofía empieza entonces a cambiar la casa. Se deshace de muebles viejos y de los recuerdos a ellos asociados. Y Marina, que al principio se esfuerza en que todo sea igual, empieza a aceptar lentamente que ha llegado el momento de abrir puertas y ventanas y dejar que el futuro siga su curso.

A pesar de que la joven directora se apoya más en sus atmosféricas imágenes que en las palabras para narrar la historia, la puesta en escena no resulta nunca excesivamente pretenciosa. Abrir puertas y ventanas tiene un concepto muy estructurado, pero conduce al público de una manera muy sutil a una realidad aparentemente natural donde nada cambia, pero donde al final todo será distinto. No es una obra para espectadores impacientes: las cosas tardan su tiempo en suceder y después lo hacen de una manera subconsciente. Mumenthaler logra narrar su historia de un modo natural, tranquilo y realista. En lugar de dar explicaciones con palabras, da espacio a la interpretación y deja que el público encuentrer sus propias connotaciones. Una obra que consigue lo que propone su título, Abrir puertas y ventanas, sobre la experiencia de crecer y encontrar el propio camino en la vida.

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