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CANNES 2013 La Quincena de los Realizadores / Suiza

Hasta ver la luz camina a la sombra

por 

- Basil da Cunha cuenta el periplo nocturno en forma de espiral de un traficante de las chabolas de Lisboa en su intento por saldar una deuda pendiente

Hasta ver la luz camina a la sombra

A imagen del equipo que acudió a presentar la película al público de la Quincena de los Realizadores de Cannes, Hasta ver la luz [+lee también:
tráiler
entrevista: Basil da Cunha
ficha de la película
]
, primer largometraje del suizo de origen portugués Basil da Cunha (28 años de edad), rodado con actores aficionados y pocos medios, es una película joven, un poco gamberra, que absorbe el ritmo y el argot de las chabolas de criollos de Lisboa, donde ocurre la acción, de igual manera que sus problemas y sus sonidos, tanto amistosos (el periplo del protagonista está lleno de risas, música y animadas charlas) como hostiles, así como la promiscuidad de la comunidad que retrata.

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El protagonista, Sombra (Pedro Ferreira), hace honor a su nombre (desde su salida de prisión, no soporta la luz del día) y parece que quiere aislarse cada vez más. Es cierto que los capos que dominan el crimen callejero a su salida lo condenan de golpe al ostracismo debido a que ha perdido una “cosa” y uno de los cabecillas le ha pedido que pague el descuido. Sombra empieza, así, un periplo nocturno (que, aunque termina durando más de 24 horas, su aversión por el día da la impresión de que recorre un único túnel) para reunir el dinero que debe, ya sea reclamando a los que contrajeron deudas con él o recurriendo a los ahorros secretos de una tía tan exasperada como plácida que no desaprovecha la ocasión de llevar a su sobrino a ver a un brujo. También hace una parada en su cueva para alimentar a una iguala a la que se refiere como su dragón; porque Sombra es ese tipo de joven que tiende a cumplir con todas sus obligaciones. 

El universo a la vez familiar, peligroso y laberíntico en el que se desplaza Sombra no carece de reglas; más bien todo lo contrario. Al final, su ineluctable destino de corredor de apuestas chino y camello lisboeta se va articulando a golpe de promesas e intenciones de parte de todos de restablecer el equilibrio y la armonía. El jefazo de la banda que espera su dinero no busca castigarlo gratuitamente, sino que prefiere arreglar las cuentas y que se haga un reparto justo. De la misma manera que Sombra no falta a la promesa que le ha hecho a su tía de ir a ver al brujo, él mismo confía su dragón a una cría y su objeto de más valor, a un amigo. Así, se cumplirá la premisa anunciada al principio, en cuanto sabemos que Sombra no puede ver la luz del sol...

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(Traducción del francés)

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