05/09/2013 - La primera película en lengua inglesa de Patrice Leconte se proyectó fuera de concurso en la 70ª Mostra de Venecia, donde fue acogida con frialdad

Conocido por sus éxitos populares en Francia (Ridicule, la trilogía de Les Bronzés…), el veterano director Patrice Leconte se ha dado a los desafíos en sus últimas películas. Después de dar sus primeros pasos en la animación (Le Magasin des Suicides en 2012), Leconte prolonga su colaboración con Bélgica gracias a una nueva coproducción rodada, por primera vez en su larga trayectoria, en lengua inglesa. La dimensión europea de Une promesse [+lee también:
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ficha de la película] va, en cualquier caso, más allá de los países vecinos, pues la película emplea actores británicos, es adaptación de la novela Viaje al pasado, del austriaco Stefan Zweig, y está ambientada en Alemania.

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Ludwig (Richard Madden, conocido especialmente por su papel en Juego de tronos), un huérfano de orígenes modestos, entra en 1912 en el servicio administrativo de la gran empresa siderúrgica de Karl Hoffmeister (Alan Rickman). El rico patrón no tardará en convertir al joven en su protegido con la intención de asegurarse una buena sucesión. Ludwig se instala en casa de los Hoffmeister y conoce a Charlotte (Rebecca Hall), la joven y hermosa esposa del jefe, mayor ya y enfermo. Entre Ludwig y Charlotte comienza un juego de seducción platónico, contenido y secreto. Bruscamente, Karl decide enviar a Ludwig a México para supervisar una nueva obra minera. El anuncio de esta partida inesperada conmociona a Charlotte, que acaba confesando sus sentimientos. Antes de separarse, los dos amantes prometen reencontrarse al cabo de dos años para vivir su amor. Poco tiempo después, estalla la guerra y el alejamiento entre ambos tendrá una duración indefinida.

Une promesse es una película de época muy clásica (aun en las interpretaciones poco efusivas del reparto) que se toma su tiempo antes de fijar un ritmo. La reconstrucción histórica es creíble gracias a los decorados de Valonia, donde la cinta se rodó apoyada por los incentivos fiscales que Bélgica reserva al cine. La fotografía limpia de Eduardo Serra (Diamante de sangre, Harry Potter y las reliquias de la muerte [+lee también:
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ficha de la película]) ayuda a canalizar esta obra hacia un público de la generación del director o más mayor incluso, dados el pudor y el romanticismo de sus frescos. Leconte, optimista declarado, cambia el triste final de la novela, justificándose con la voluntad de «mantener al espectador sobrecogido». Esta acumulación de elementos encierra la promesa de un baño en aguas más tranquilas, por lo que el público sabrá de antemano que no corre ningún riesgo de ahogarse. Otros espectadores optarán por agitar las aguas deseando el naufragio de la película. Ni tanto ni tan poco.

(Traducción del francés)