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SEVILLA 2013

10.000 noches en ninguna parte: viaje emocional al fondo de uno mismo

por 

- Ramón Salazar estrena mundialmente su regreso a la dirección tras 8 dedicados a la escritura del guión; una película de alto voltaje emocional que da un arriesgado giro a su carrera

10.000 noches en ninguna parte: viaje emocional al fondo de uno mismo

Había expectación por conocer por dónde iría la nueva propuesta del malagueño que sorprendió con Piedras y 20 centímetros [+lee también:
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. La sección oficial del Festival de Cine Europeo de Sevilla ha abierto sus puertas a la troupe de Ramón Salazar (con Lola Dueñas y Susi Sánchez en cabeza del cartel), que ha desplegado su glamour por la sede del certamen, que el domingo exhibió 10.000 noches en ninguna parte [+lee también:
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, que aún no tiene distribuidor.

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Porque el guionista de los taquillazos Tres metros sobre el cielo [+lee también:
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no busca el éxito comercial con esta película que escribe y produce (con Roberto Butragueño) cuando ha llegado a la cuarentena. Por el contrario, con la madurez el cineasta apuesta más que nunca por la narrativa arriesgada, la estructura deconstruida y por un ejercicio cinematográfico donde se conjugan sin freno la experimentación, las actuaciones improvisadas y mucho de la experiencia personal.

Para ello, Salazar se vale de la mirada entre inocente, enigmática y asustada de Andrés Gertrúdix, que compite con Ana Torrent por la posesión de los ojos más expresivos del moderno cine español: el actor interpreta a un muchacho sin nombre -aparece en créditos como El Hijo- que iniciará un viaje físico y emocional en busca de su destino y su lugar en el mundo. Rodada en Madrid, París y Berlín en orden inverso al que aparece en pantalla, ese joven de pupilas hipersensibles tendrá que lidiar con una familia absolutamente desestructurada, recobrar el idealismo infantil y encontrar su hueco en lo que será su nueva familia, plenamente heterodoxa.

Pero Salazar nunca nos deja claro qué contemplamos, si un sueño o la realidad. Si lo que vive el personaje de Gertrúdix es fruto de su imaginación, una pesadilla infernal o un cuento de hadas. Santándose los protocolos -como el rol de Claudia, una artista  que interpreta Najwa Nimri- el director del multipremiado cortometraje Hongos salta al vacío y apuesta por la libertad que destila cada fotograma de este film, gestado desde su comienzo, hace tres años, con el convencimiento de darle un nuevo giro a su carrera.

Por eso los saltos temporales de la película ayudan a desdibujar cualquier estructura lógica, para que desechemos la racionalización y dejemos la puerta abierta a nuestras emociones más enterradas, removiéndolas. En el proceso, Salazar nos recuerda lo errático de nuestro destino, que los caminos elegidos son tan decisivos como los desechados y que, aunque cambiemos de escenario, nunca huiremos de nosotros mismos: ese equipaje siempre lo cargaremos.

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