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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Mindscape: esclavos de nuestros recuerdos

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- La ópera prima de Jorge Dorado es un cuidado thriller psicológico protagonizado por el británico Mark Strong y la norteamericana Taissa Farmiga, presentado en el último Sitges.

Mindscape: esclavos de nuestros recuerdos

Una voz en off avisa de un tiempo disponible. Se abre la pantalla y asistimos a una especie de sesión de hipnosis. En ella participa un especialista en bucear en los recuerdos de la gente, John Washington (Mark Strong), quien puede viajar a un suceso dramático sufrido por su paciente... pero en ese pasado ajeno hay algo que le vincula con el suyo propio y le acaba provocando tal daño que decide dejar de escarbar en la memoria ajena y abandonar la profesión en la que es número uno, devastado por sus propios problemas personajes. Pero las necesidades económicas le empujan a volver a ponerse en el mercado y pedirá a su jefe que le asigne un caso político que ocupa la cabecera de los informativos. Por el contrario, se le encargará otro conflicto, aparentemente más sencillo: el de Anna (Taissa Farmiga), una adolescente, hija única de una familia millonaria, que se niega a comer.

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John acude a la mansión de dicha familia y conoce, en una larga secuencia de seis minutos, a la problemática joven. Entre la chica y el detective de recuerdos se establece una relación ambigua y magnética, donde se mezcla fascinación y curiosidad, seducción y victimismo. A partir de entonces, el personaje de John nos introduce en los recuerdos de Anna.

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es un juego de cajas chinas que te mantiene durante su metraje con el cerebro en modo ON, buscando respuestas a los enigmas que lo aliñan. Pero nunca el espectador, ni el propio John, estará seguro si la joven protagonista es una sociópata, una cría fantasiosa o una manipuladora: de la mano del personaje de Strong viajamos al pasado de la muchacha intentando comprender por qué su comportamiento resulta tan enigmático. Ahí Mindscape será comparada con Origen, por mezclar distintas realidades, aunque en el film de Christopher Nolan los personajes viajan a los sueños y en el de Jorge Dorado, a los recuerdos. Poco más en común, mas se percibe el intento de Dorado por darle una impronta personal, un sello propio, a un film destinado a llenar las multisalas. Y eso se ha logrado al inocular a este drama psicológico -que como casi todos los de su género, bebe de Vértigo (De entre los muertos)- cierto aroma de cine negro clásico: aquí hay un detective, un misterio por resolver, una femme fatal, una lolita y un caso aparentemente sencillo... que se complica peligrosamente. Asimismo, Mindscape entronca con La zona muerta (donde Christopher Walken tiene la capacidad de ver el futuro), El silencio de los corderos (con ese duelo verbal y psicológico entre dos personajes de diferentes edades) y El sexto sentido (donde un terapeuta intenta curar a un menor).

El director de fotografía Óscar Faura ha empleado distintas texturas según los recuerdos sean de uno u otro personaje: los de Anna son cámara en mano, más plásticos, sensoriales y coloristas, mientras los de John resultan más fríos y de colores planos. Así, sin descuidar el sentido del espectáculo, el film reflexiona sobre cómo podemos llegar a ser esclavos de nuestros recuerdos y arremete contra la objetividad de los mismos: recordamos el pasado como nos gustaría que hubiera sucedido y no como realmente sucedió, pues todo está filtrado por nuestras emociones. Necesitamos porqués para comprender nuestros traumas y buceamos en el pasado buscando respuestas donde no las hay... y si no, nos las inventamos.

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(Traducción del italiano)

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