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VENECIA 2014 Orizzonti

Near Death Experience: Houellebecq se jubila

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- VENECIA 2014: Un Michel Houellebecq con maillot de ciclista se dirige en solitario hacia la muerte en la nueva película de Benoît Delépine y Gustave Kervern

Near Death Experience: Houellebecq se jubila

Tras la galería de personales coloristas presentados en la hilarante Le Grand Soir [+lee también:
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(seleccionada en 2012 en Cannes), los inseparables Gustave Kervern y Benoît Delépine se concentran nuevamente en Near Death Experience [+lee también:
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en la experiencia de un hombre solitario que reconsidera con melancolía la vida que ha vivido hasta entonces y el hueco que ocupa en el mundo. Estos dos adeptos al cine de Aki Kaurismäki retoman así la premisa de Mammuth [+lee también:
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(encargada de clausurar el festival de Berlín en 2010) pero de manera más radical, excluyendo todo personaje adicional de la pantalla (a excepción de algunas raras presencias humanas amputadas o fantasmagóricas) y eligiendo una figura central amarga y hastiada que se declara muerta de partida y viaja a la montaña, embutido en un maillot rojo de ciclista, como un animal triste y desencarnado decidido a perderse en el desierto hasta que los buitres le den el golpe de gracia.

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El hombre en cuestión está encarnado por el escritor Michel Houellebecq, cuya presencia en la pantalla, tras L'enlèvement de Michel Houellebecq [+lee también:
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, posee algo único que tarde o temprano tenía que unirlo a los fundadores de Groland. En el papel de Paul, Houellebecq presta su voz a este existencialismo social mezclado con el humor absurdo que tan central resulta en la filmografía de Kervern y Delépine. Al principio lo vemos agitado por temblores, apagado, fumando compulsivamente en medio de una total indiferencia hacia los avisos de su coche y de viernes 13. Una vez alcanzada la montaña, Paul, que se encuentra al borde de su jubilación y de su monólogo sobre una vida que hasta a él mismo sorprende haber vivido con tanta soltura, a pesar del vacío que le ha dejado, se apacigua, como si la aceptación del estado de la muerte le otorgase la ligereza que este mundo en el que tan obsoleto se siente le había arrebatado. Mira cómo trabajan las hormigas, se construye una familia de piedra, juega como un niño con un compañero de paso que se despelota de risa y se da cuenta de que 15.000 años después de los hombres de Lascaux, él mismo constituye un estado inferior de evolución.

"Paul, hablas demasiado y no te suicidas lo suficiente", se dice a sí mismo el protagonista a mitad de metraje, y, a veces, no nos sentimos tan lejos de compartir su punto de vista. El ritmo de Near Death Experience es una prolongación de ese estilo que ha dotado al cine de Kervern y Delépine de un sabor tan particular, con sus planos fijos cargados de ironía y sus situaciones a modo de sketch, abandonando cierta parte de sus referencias habituales para adoptar un registro más hierático y un tono abiertamente oscuro (el film arranca con una escena de tormenta y agradecimientos a Baudelaire y concluye con un extracto de Las flores del mal). Sin embargo, cabe preguntarse si la pareja de directores no ha perdido durante el camino parte de esa alegría liberadora que contenía todo el encanto de sus anteriores películas.

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(Traducción del francés)

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