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VENECIA 2015 Competición

Rabin, The Last Day: La esperanza sepultada

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- VENECIA 2015: Partiendo de la película que muestra los segundos tras los cuales Israel "nunca sería igual", Amos Gitai lleva a cabo una investigación que deja de principio a fin un gusto amargo y persistente

Rabin, The Last Day: La esperanza sepultada

Recordamos esos 26 segundos que cambiaron Estados Unidos, esas imágenes filmadas en Dallas en Super 8, un día de noviembre de 1963, por un tal Abraham Zapruder, y que el mundo entero, aturdido, vio, volvió a ver y volvió a revisar hasta la náusea, para comprender cómo perdió para siempre, ese día, cierta idea de la esperanza. Amos Gitai traza un relato similar en Rabin, The Last Day [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, una coproducción entre Israel y Francia presentada a concurso en la 72ª Mostra de Venecia, partiendo de algunos segundos de película realizados deprisa y corriendo en Tel Aviv el 4 de noviembre de 1995 durante una manifestación por la paz que marcó la negación de toda esperanza para los días y años venideros.

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Aquel día, el primer ministro israelí Isaac Rabin cayó muerto por un extremista israelí y con él se apagó irreversiblemente una luz que constituía el alma de su país: en su valiente intento de convertirse en el artesano de los acuerdos de Oslo, a pesar de la soledad de la empresa (¡qué sobrecogedoras son las imágenes de este hombre elegido por el pueblo que apenas logra hacerse entender en la Knéset!), los religiosos monótonos y machacones que Gitai no duda en ridiculizar se pusieron a odiarle con tal virulencia que hicieron mentir, en algunos sofismas patéticos e invocaciones lloronas disfrazadas de análisis científico-psicológicos, sus textos más sagrados.

No sin dejar al principio al presidente Simon Peres reconociéndonos su admiración por Rabin, Gitai se lanza de inmediato en una investigación de 153 minutos en la que se presentan varias reconstrucciones a cargo de actores: la investigación llevada a cabo por una comisión especialmente constituida tras los hechos, las acciones del grupo de extremistas ultranacionalistas de que formó parte Yigal Amir, el insensato asesinato, instrumento inepto para el ascenso al poder del Likud, el partido del primer ministro actual, Benjamin Netanyahu...

La investigación, aunque meticulosa, no deja por ello de ser menos absurda y la comisión, en lugar de hacer "un auténtico examen de consciencia" del país, avanza en círculos, de un interrogatorio desconcertante al siguiente, alrededor de las medidas de seguridad aplicadas ese día en un lugar que ahora lleva el nombre de Rabin, como si ése fuera el problema. Como lo dice al principio uno de los personajes, todo está ahí, “negro sobre blanco”, en los breves y terribles segundos de vídeo en el que oímos los fatídicos disparos que acabaron con la posibilidad del proceso de paz.

Y a lo largo de todo el trasiego, un resto queda ausente de la recreación de los hechos: el de Isaac, sustituido por el vacío y el sufrimiento. Sobre ese dolor y ese hedor a fin del mundo nos deja Gitai mediante las palabras de Lea Rabin, la mujer que estuvo a su lado: "Yo no siento ni siquiera cólera; solamente dolor". El 4 de noviembre de 1995, un joven loco disparó contra la paz y los ciudadanos de Israel y todos aquellos que estuvieron ante sus televisores aquel día con los ojos llorosos pegados a la pantalla supieron en un solo instante que ninguna investigación iba a cambiar una verdad cruel: después de ese día, ni Israel ni el mundo iban a ser "jamás iguales".

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(Traducción del francés)

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