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SEVILLA 2016

Wrong Elements: el acto de recordar

por 

- El escritor Jonathan Littell dirige su primera película, un documental sobre ex niños soldado del grupo guerrillero ugandés LRA, que se enfrenta a la realidad a través de la memoria

Wrong Elements: el acto de recordar

La primera escena de Wrong Elements [+lee también:
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es tan simbólica como sugerente: en el medio de la jungla, la cámara se mueve, introduciéndose en el espesor de la vegetación, captando entre ella atisbos de personas que se esconden, se escapan, que nunca llegamos a ver. Más significativa es al mostrar que no se trata de adultos, sino de niños y adolescentes. El escritor franco-estadounidense Jonathan Littell, conocido por novelas como Las benévolas, en la que se adentraba en uno de los más horribles episodios de la humanidad (el Holocausto), trata otro aterrador acto bélico-político, esta vez, en África, y más actual: el secuestro de más de 40.000 niños y adolescentes por parte del Lord’s Resistance Army (LRA), el grupo guerrillero paramilitar de etnia acholi, liderado por Joseph Kony e instalado en la selva del norte de Uganda, para convertirlos en un ejército sin voluntad propia. El documental, su primera incursión en el mundo cinematográfico, fue presentado mundialmente fuera de competición en el último Festival de Cannes y forma ahora parte de la sección Nuevas Olas No Ficción del 13° Festival de Cine Europeo de Sevilla.

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Tres de esos niños son los elegidos por el franco-estadounidense para vertebrar su mirada a este hecho. Las historias de Geoffrey y Michael, dos de los secuestrados, y Nighty, obligada a ser una de las mujeres de Kony desde temprana edad, llegan a nosotros narradas por ellos mismos. De hecho, tan importante para el director es que se hable de lo que hicieron durante su estancia en el dominio de Kony como que se muestre el resultado de su proceso de reintegración en la sociedad de la que fueron arrancados hace años. Esa sociedad es rural, despreocupada y sencilla; en Gulu, la aldea de sus orígenes, Geoffrey y Michael son conductores de mototaxis, y Nighty es una abnegada madre que cuida del hijo fruto de una de las violaciones de Kony. Littell deja que ellos mismos se acerquen al espectador sin interponerse demasiado; sus pensamientos y sentimientos se exponen sin florituras, y en un viaje Djebelin, en donde se situaba su campamento, recrean ellos mismos lo que hicieron años atrás (camuflarse entre la maleza cuando pasaban helicópteros en su búsqueda, cocinar cuando estaban “de servicio” o secuestrar campesinos, aunque esta vez, con un arma de palo).

Entre las grabaciones de los protagonistas se cuelan imágenes de gran poder, como el exorcismo de un supuesto mal espíritu consecuencia del secuestro en una cuarta ex niña soldado, o insertos de archivo de televisión mostrando los campos de refugiados. A todo ello le proporciona un muy sugerente envoltorio, sin dejar de ser una desconcertante elección estilística, la pomposa y majestuosa música barroca de Johann Sebastian Bach.

La reprobable moralidad de los partícipes de esta historia se sugiere desde la apertura de la película, que incluye una cita en fondo negro de la líder rebelde y espiritista acholi Alice Lakwena, “la guerra tiene como objetivo eliminar todos los malos elementos de la sociedad”. Y se mantiene, claro, cuando el centro dramático de la cinta pasa de ser “los inocentes” a “los culpables”, documentando de primera mano la entrega de uno de los líderes del LRA, Dominic Ongwen, a las autoridades internacionales. Y aunque la naturaleza del tema tratado puede remitir a recientes obras como The Act of Killing [+lee también:
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o Beasts of No Nation, Wrong Elements posee la fuerza suficiente como para erigirse como una de las cintas importantes del año.

El documental, producido por la francesa Veilleur de nuit, la belga Wrong Men y la alemana Zero One Film, está vendido al extranjero por Le Pacte.

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