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BLACK NIGHTS 2016 Competición

A Quiet Heart: una batalla religiosa a pequeña escala

por 

- En su tercer largometraje, el director israelí Eitan Anner aborda la tensión constante religiosa en Jerusalén, pero a pequeña escala, a través de un personaje en su nuevo entorno

A Quiet Heart: una batalla religiosa a pequeña escala
Ania Bukstein y Giorgio Lupano en A Quiet Heart

En su tercer largometraje, A Quiet Heart [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, que acaba de llevarse el Gran Premio a la mejor película del Festival internacional Black Nights de Tallin, el director Eitan Anner critica la tensión religiosa que vive Jerusalén a través de la historia de un personaje que se instala en un nuevo barrio.

Naomi (Ania Bukstein, que también ha ganado el premio a Mejor actriz en Black Nights), es una joven pianista profesional de Tel Aviv que quiere iniciar una nueva vida en Jerusalén. En la primera parte de la película descubrimos que está lidiando con una crisis personal que no se especifica; ya no quiere perseguir su sueño de ser una famosa pianista, una ocupación que parece que sus estrictos y sobreprotectores padres planearon para ella durante la mayor parte de su vida. Al liberarse de estas obligaciones y encontrar su nuevo camino y lugar en la vida, se muda a Jerusalén, a un apartamento en un barrio ultra ortodoxo, donde se ve obligada a seguir un estricto estilo de vida. Indiferente a las creencias religiosas, Naomi descubre poco a poco qué le sucedió a la antigua inquilina, y la atmósfera se vuelve más intensa, hasta el punto de decidir si huye de nuevo o si no se deja pisotear.

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A Quiet Heart inicia con su suspense gradual, aunque la impresión que da es “demasiado poco, demasiado tarde”, y hace que te preguntes durante mucho tiempo cuál es el secreto que se esconde tras la mudanza de Naomi a Jerusalén. Para cuando se arroja un poco de luz en los orígenes de la protagonista y su ruptura tras una larga relación, ya casi has perdido el interés en descubrir tales respuestas, que no son demasiado elaboradas. En su lugar, el director introduce una iglesia católica en el barrio y el sonido de su órgano de tubos, que atrae a Naomi, como un instrumento narrativo que cataliza su enfrentamiento con los habitantes ultra ortodoxos. Conoce al atractivo pianista, el hermano Fabrizio (Giorgio Lupano), que le enseña como tocar el instrumento (que es lo suficientemente parecido al piano como para interesarle, pero no lo suficientemente distinto como para hacerle olvidar sus dolorosos recuerdos), lo que conduce a que surja un extraño e insinuante vínculo entre ellos.

En general, el lento ritmo contrarresta la película, pero subraya de manera convincente la naturaleza dividida de la ciudad y de sus sectores religiosos al crear atmósferas opuestas en sus imágenes. Mientras que el bloque de apartamentos en el que vive Naomi irradia un ambiente escalofriante y casi hostil, teñido de una fría luz azul, el interior de la iglesia es de un naranja cálido y acogedor. Naomi encuentra su lugar y su hogar cuando su apartamento se inunda de una luz reconfortante casi al final de la película.

Con A Quiet Heart, Anner, su director y guionista, ha creado una obra que simboliza muy bien el tema de la coexistencia de distintas religiones, un asunto especialmente importante en Israel, y sobre todo en Jerusalén. La respuesta que nos da la película es que es necesario el valor de una persona valiente para hacer frente a la intolerancia. Desafortunadamente, la película pierde la oportunidad de crear un gran impacto debido a que no desarrolla lo suficiente el personaje de Naomi y a que no expone el tema en un contexto más conmovedor.

En colaboración con

 

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(Traducción del inglés)

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