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INDUSTRIA Francia

Cronología de medios: una ecuación de lo más compleja

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- El desagrado de las salas de cine francesas tras el anuncio de la programación en la competición de Cannes de dos películas de Netflix reanima el virulento debate sobre la cronología

Cronología de medios: una ecuación de lo más compleja
Okja, de Bong Joon-ho, financiada por Netflix y seleccionada a concurso en Cannes

El anuncio del delegado general del 70º Festival de Cannes, Thierry Frémaux, de la selección entre las películas pretendientes de la próxima Palma de Oro de dos obras financiadas por Netflix (Okja, del coreano Bong Joon-ho, y The Meyerowitz Stories, del estadounidense Noah Baumbach) ha provocado una reacción epidérmicade la Federación Nacional de Cines Franceses (FNCF) que ha reabierto en Francia un debate recurrente y, por el momento, sin solución sobre una posible reforma de la cronología de medios, esto es, el escalonamiento de plazos de difusión de contenidos audiovisuales en las diferentes plataformas a partir del estreno en cines.

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Para la FNCF, "los cines no cuestionan la libertad de programación del primer festival del mundo ni el hecho de que nuevos actores internacionales aparezcan legítimamente, como Amazon, contribuyendo al desarrollo y la financiación del cine. Ahora bien, sí cuestionan esta elección". ¿Su objeción principal? Que las películas de Netflix no se estrenan en cines, lo que a priori no debería ocurrir, puesto que parece ser que hay en ciernes un "acuerdo" a imagen y semejanza de lo que ocurrió con las tres películas francesas que compró Netflix el año pasado en la Croisette (más información sobre esto en la entrevista con Frédéric Dubreuil). Está claro, sin embargo, que las pretensiones hegemónicas claramente formuladas por Netflix de reemplazar en un final totalmente a la sala de cine los enfrentan frontalmente, más aún habida cuenta de que la plataforma estadounidense escapa de la regulación francesa, sobre todo en materia fiscal, y no contribuye en el bien engrasado sistema francés de financiación del cine.

Sin embargo, este episodio tiene el gran mérito de poner en el centro del escenario el asunto de una posible evolución de la cronología de medios en Francia: un Godot particular del último decenio en el cine francés que se demora por múltiples negociaciones profesionales que nunca acaban de terminar, principalmente por dos razones. La primera es de orden corporativista: prácticamente cada segmento del sector defiende su posición de manera tan encarnizada que alimenta el inmovilismo. Las salas de cine han alzado una especie de muro de Berlín ("no se cambia un sistema que funciona") fundándose en la aparentemente buena salid de la afluencia de público en los cines de Francia y la sólida cuota de mercado de la producción nacional, si bien es evidente que algunas películas no gozan de la exposición en cartelera que merecerían (y otras, al contrario, están sobreexpuestas y arrojan resultados en ocasiones desmerecedores). Por su parte, las cadenas de televisión, y en especial a las de pago, constituyen un pilar del virtuoso sistema francés de financiación del cine pero sufren mucho la erosión de películas antes de su llegada a antena, por lo que reivindican un avance de sus respectivas ventanas (a Canal+ le gustaría, por ejemplo, poder programar películas seis meses después de su estreno en cines y no diez como ahora) y chocan contra diversas condiciones y demandas varias de compensación de ciertas asociaciones de productores y directores: la SRF, la UPC y el SPI, entre otras, desearían que el acceso al cine mediante vídeo a la carta, que hoy en día se abre cuatro meses después del estreno en cines, no estuviera cerrado durante la apertura de la ventana de explotación de Canal+). Los distribuidores, a su vez, oscilan entre la voluntad de probar estrenos en cines y VOD bajo la fórmula del day-and-date y la defensa de la vitrina de la sala, eventualmente con el vídeo a la carta geolocalizado.

Más allá de la defensa de intereses corporativistas, la negociación se encuentra, pues, totalmente atascada a causa de la sofisticación del modelo francés, donde cada modificación puede conllevar un efecto dominó. El mundo del cine, no obstante, ha evolucionado a gran velocidad estos últimos tiempos, sobre todo con el "streaming pirata", convertido en una forma de consumo de cine por desgracia más que banalizada (se trata de un fenómeno apenas enmascarado por el hecho de que los piratas franceses también van a ver cine a las salas), lo que obstaculiza claramente el crecimiento de la VOD legal. Y qué decir de la disponibilidad de películas en SVOD por abonos a 36 meses tras los estrenos en cines: es un retraso completamente aberrante en nuestra época moderna pero que perdura, no sin lógica, pues se salvaguarda así la exclusividad de las diferentes cadenas de televisión que participaron en la financiación de las películas. En resumen, el asunto no es nada sencillo y por mucho que el CNC lance con regularidad propuestas para arreglar las cosas, sigue sin verse la luz al final del túnel. ¿Nos sacará del atolladero el asunto de Cannes y Netflix? Nada es seguro dada la complejidad del tema general pero sí tiene, por lo menos, la ventaja de dirigir los proyectores a una de las carpetas, justamente allí donde pequeños esfuerzos simbólicos supondrían un avance colectivo significativo, puesto que los interesados de todo sino, por ahora, no parecen permitir la consecución de un acuerdo más ambicioso, algo que quizá va siendo hora de afrontar de una vez, so pena de que acabe apremiando en unos años por razones de otra índole, esto es, económicas.

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(Traducción del francés)

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