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TRANSILVANIA 2017 Competición

El rey tuerto: una comedia negra y política con diferentes capas

por 

- La cinta del español Marc Crehuet equilibra con inteligencia la risa y la relevancia

El rey tuerto: una comedia negra y política con diferentes capas
Miki Esparbé y Ruth Llopis en El rey tuerto

Es bastante raro toparse con una película con la capacidad de satisfacer tanto a los espectadores que solo quieren reírse como a los que buscan algo más. Proyectado en competición en el Festival Internacional de Cine de Transilvania (2-11 de junio, Cluj-Napoca), el primer largo de Marc Crehuet, El rey tuerto [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, se complace en dar giros inesperados, ofreciendo a su audiencia una experiencia emocionante, compleja, satisfactoria y que, sorprendentemente, da mucho que pensar.

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La premisa es tan sencilla como prometedora: un activista que perdió un ojo en una manifestación en Barcelona acude a una cena, sin saber que el marido de la anfitriona es el antidisturbios que disparó la pelota de goma que le hirió. Es la ambientación perfecta para hablar de la culpa, la ira, la venganza y el perdón, pero la narrativa de Crehuet es todavía más ambiciosa, abordando temas más amplios y relevantes: la justicia, los derechos civiles, la moralidad y los prejuicios entran en escena, acompañados de abundantes carcajadas.

Es asombroso que una comedia negra con cuatro personajes pueda abordar convincentemente tal abanico de temas. Aparte del conflicto principal entre David (un camaleónico y fornido Alain Hernández), un hombre que trata de disimular su naturaleza violenta refiriéndose a sí mismo como "experto en gestión de multitudes", y el inseguro, mimado e intelectual Ignasi (Miki Esparbé, igualmente brillante), un activista que lucha por un mundo mejor, el film logra, en solo 87 minutos, explorar dos mentalidades muy distintas y ofrecer una hipótesis de por qué suele fallar la comunicación entre ellas —lo cual resulta todavía más interesante—.

Complementando a los protagonistas masculinos y sus confrontaciones cargadas de testosterona, sus parejas aportan puntos de vista femeninos (pero no necesariamente empáticos): Lidia (una excelente Betsy Túrnez), una ama de casa que trata de reinventarse acudiendo a varios talleres, y Sandra (Ruth Llopis), que era su mejor amiga antes de "escapar" del barrio de clase baja del que ambas proceden y labrarse una vida junto a Ignasi.

Al principio, Crehuet parece estar comentando la naturaleza estéril de los debates en las redes sociales, en los cuales, ya se esté discutiendo sobre las vacunas obligatorias o los derechos LGBT, los argumentos nunca son tan convincentes como para que el oponente cambie de bando, dejando a los contrincantes como dos perros que ladran viciosa e incansablemente desde los dos lados de una valla. Pero en El rey tuerto, Ignasi se aprovecha de la inesperada vulnerabilidad de David e intenta convencerle de que renuncie a ser un protector del statu quo y se transforme en un militante, en lucha contra la corrupción y las políticas injustas. El resultado es a un tiempo desternillante y perturbador.

Pero el aspecto más sorprendente del debut de Crehuet, basado en su obra homónima, es que, a pesar de estar rodado principalmente en un sombrío apartamento en Barcelona, y a pesar de enraizarse en las medidas de austeridad adoptadas en España tras la crisis financiera de 2008, puede comprenderse y disfrutarse en cualquier país. El film ofrece una combinación inusual de sabor local y atractivo internacional.

El rey tuerto fue producida por Lastor Media. Las ventas internacionales están a cargo de Canary Islands Connection. La película es una favorita para el premio del público de la muestra, así que hay una posibilidad de que acabe estrenándose en Rumanía.

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(Traducción del inglés)

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