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VENECIA 2017 Fuera de competición

My Generation: los buenos tiempos

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- VENECIA 2017: David Batty recurre a la ayuda de sir Michael Caine (y algún otro mito viviente extremadamente locuaz) en su intento de capturar el eterno atractivo de los vibrantes años sesenta

My Generation: los buenos tiempos

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de David Batty, que debe su nombre a la famosa canción de The Who, se ha proyectado fuera de competición en el Festival de Cine de Venecia. Salpicado con ocasionales cameos de celebridades y estrictamente narrativo (el único busto parlante que aparece es Michael Caine), no es tanto un documental cuanto el diario personal del actor. En cierto sentido, escuchar en la gran pantalla los recuerdos de juventud de esas voces tan familiares es como colarse en una reunión de viejos compañeros de colegio. Es decir, si los compañeros en cuestión decidieran, de repente, dejar de hablar de sus artroplastias de cadera para ponerse a explicar jugosas historias sobre el consumo de drogas recreativas o a contar que a Rudolf Nureyev, aunque podía “bailar El lago de los cisnes”, se le daba fatal el twist.

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Con invitados como Marianne Faithfull, David Bailey o Paul McCartney, Caine y Batty pueden cubrir un terreno amplio, desde las alusiones a la película Breve encuentro hasta la emisora de culto Radio Caroline, en la que luego se basaría Radio encubierta [+lee también:
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 de Richard Curtis. Si bien hay mucha información que asimilar en solo 85 minutos, al menos la mitad nos resultará familiar y la narrativa es lo bastante animada como para que escucharla sea relativamente entretenido, aunque no siempre resulte una experiencia audiovisual estimulante.

Por suerte, con las bromas que Caine lanza despreocupadamente a diestro y siniestro estamos más dispuestos a pasar por alto las enésimas imágenes de archivo sobre el furor que las creaciones de Mary Quant causaban en las calles de Londres o la galería de retratos de Jean Shrimpton. Caine habla de sexo, drogas y acentos y explica cómo consiguió el papel en Zulú y el origen de su nombre artístico (no queremos revelar demasiado, pero tiene que ver con Humphrey Bogart y el curioso caso de las fresas robadas). Puede que el actor muestre una inclinación un poco exagerada a hablar de sí mismo, pero no es de extrañar, con historias así.

Excepto por un apresurado intento de última hora de repasar los aspectos negativos de la revolución, My Generation está aderezado con melodías pegadizas y chismes deliciosos, pero le falta algo de imparcialidad para llegar a ser una auténtica exploración de esa década loca. “Nuestros padres siempre se referían a los buenos tiempos. ¿Qué los hacía tan buenos?”, pregunta Caine al principio de la película, pero luego termina haciendo exactamente lo mismo. Quizá solo se es joven una vez, pero nada impide, como demuestra la película, pasarse años hablando de ello. Y esa sí que es una expectativa atractiva.

El documental de Batty ha sido producido por Simon Fuller (XIX Entertainment), Michael Caine, Dick Clement, Ian La Frenais y Fodhla Cronin O’Reilly. La agencia estadounidense IM Global gestiona los derechos internacionales.

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(Traducción del inglés por Eva González)

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