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VENECIA 2017 Orizzonti

La Nuit où j'ai nagé: un niño pequeño, un gran viaje

por 

- VENECIA 2017: Una obra audaz, tan sencilla como fascinante, intoxicantemente encantadora, firmada por el francés Damien Manivel y el japonés Kohei Igarashi

La Nuit où j'ai nagé: un niño pequeño, un gran viaje
Takara Kogawa en La Nuit où j'ai nagé

Un diminuto chiquillo de seis años camina a paso inseguro, resoplando como un cachorro, por la nieve, cargando con su cartera del colegio. Pero no se dirige a su aula, pues ha cogido otro camino antes de llegar al colegio para lanzarse en un sorprendente viaje que durará un día y en torno al cual gira La Nuit où j'ai nagé [+lee también:
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, un largo singular realizado por un dúo poco frecuente: un francés (Damien Manivel, apreciado por las originales Un jeune poète [+lee también:
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) y un japonés (Kohei Igarashi, conocido por Hold Your Breath Like a Lover). Nacida en un encuentro en Locarno, esta colaboración ha presentado en la 74ª Mostra de Venecia, en la sección Orizzonti, el fruto de un trabajo que se revela como un auténtico tour de force de sencillez y encanto. Ciertamente, la película no emplea diálogos ni voces en off, únicamente los sonidos ambientales de la vida. Situándose así en la burbuja de la infancia, tras los pasos del pequeño personaje, los directores logran plasmar toda la frescura e inconsciencia de esa edad, una ambición que dista de ser evidente a priori y que en ocasiones recuerda al funambulista que vacila en la cuerda, pero que los cineastas llevan a buen término con sutileza, encandilando a la larga al espectador y dejándole un rastro de genialidad en el espíritu.

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Al despertarse antes del amanecer, nuestro pequeño héroe (Takara Kogawa) oye a su padre en la cocina. Como cada día, este último se prepara en silencio para ir a trabajar en un almacén de pescado, en una ciudad cercana. Su hijo le oye marcharse en coche, se pasea dormido por la casa, dibuja un pez y vuelve a dormirse. Este dibujo, que es el primer capítulo del film, lo guarda en su cartera cuando su madre se despierta, y luego camina solo hacia el colegio, por senderos llenos de nieve. Entonces se desvía de los caminos y se pone a jugar en la nieve, perdiendo un guante, bordeando un vasto río; el espectador se inquieta, temiendo verlo caer en el agua, y se preocupa cuando se queda adormilado entre la nieve. Pero esta aparente escapada para hacer novillos se convierte en algo diferente, porque el niño se monta tranquilamente en un tren. Al llegar a una gran ciudad, va errando mucho tiempo entre calles y parques, pasando por una gran tienda, observando con gran atención los detalles, como hacen los niños, antes de percibir casualmente el camión de un pescadero; el chico va tras él, lo pierde de vista y acaba por encontrar el lugar donde trabaja su padre. Pero no hay nadie: la jornada de trabajo ha terminado. Agotado, mientras que la nieve vuelve a caer copiosamente, el niño se refugia en un coche que tiene las puertas abiertas y vuelve a quedarse dormido. Una odisea, en la escala de los seis años del protagonista, que es titulada "La pescadería", y a la cual seguirá una tercera parte llamada "Un largo túnel", que durará hasta el desenlace de esta increíble aventura. 

Filmada en tres hermosos planos fijos y jugando con los ambientes sonoros, La Nuit où j'ai nagé es una obra que domina el gran arte de la sencillez alusiva. La película —que a menudo resulta graciosa y que sabe establecer un mínimo de suspense en torno a su hilo conductor hiperrealista— parece casi un cuento poético y actual sobre los lazos profundos que unen a dos seres y sobre el mundo contemporáneo que les separa, un espacio que parece infranqueable y que sin embargo no lo es tanto para el alma inocente del niño. 

La Nuit où j'ai nagé es vendida internacionalmente por Shellac.

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(Traducción del francés)

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