25/09/2017 - SAN SEBASTIÁN 2017: La chilena Marialy Rivas arremete, con su valiente segunda película, contra la pederastia y las sectas religiosas a través del vía crucis de una niña

En el momento de escribir estas líneas, Princesita [+lee también:
tráiler
ficha de la película], film de apenas 78 minutos de duración pero fuerza arrolladora, ocupa el primer puesto en el ranking del voto del público joven del 65º Festival de Cine de San Sebastián: aún queda mucho certamen por delante, pero no sería extraño que esta contundente, estilizada y magnífica denuncia de la manipulación y el abuso acabase cosechando algún –merecido- premio. Este, en la sección Nuev@s Director@s, ha sido su estreno europeo tras su excelente acogida en la sección Discovery del Festival de Toronto, hace unos días.  Se trata del segundo largometraje de la prometedora cineasta chilena Marialy Rivas, cuya ópera prima Joven & alocada –que estuvo en Cine en construcción 20, de 2011, y Horizontes latinos al año siguiente, dentro del festival vasco-le valió el premio World Cinema Screenwriting Award en el Festival de Sundance 2012.

Con guion de la directora y, de nuevo, Camila Gutiérrez, basándose en hechos reales, relacionados con una secta que abusaba de menores, atemorizados bajo la noticia de un inminente fin del mundo, Princesita comienza como un cuento de hadas, hermoso y colorista, y termina como una pesadilla, turbia y borrosa. Entre medias -a través de su mirada, su voz en off y una cámara que no descuida ni por un segundo su punto de vista- hemos acompañado a Tamara, una niña de 12 años que ha sido elegida por el líder Miguel (encarnado por Marcelo Alonso, inquietante actor que ya perturbaba lo suyo en El club, de Pablo Larraín, otra película que abordaba el lado más siniestro de las religiones) para una misión muy especial… y perversa.

La manipulación y la violación de la pureza se convierten así en temas centrales de una película que evita el morbo o el sensacionalismo para mostrar con delicadeza cómo, a través de un discurso embaucador, el uso de drogas, el chantaje emocional, la mentira, la seducción, el terror y el aislamiento del mundo exterior, un adulto retorcido puede atrapar en su tela de araña a un alma cándida (algo magníficamente plasmado también por los magnéticos títulos de crédito de Princesita). Rivas, además, con el uso del desenfoque, los primerísimos planos y una fotografía que vira de la saturación de colores dorados a tenebrosas sombras, apoyado todo ello por un sonido envolvente, demuestra haber tomado sabias decisiones estilísticas que han logrado transmitir, con sensibilidad, el horror: el público que ayer, en un abarrotado Kursaal 2, vitoreaba cada respuesta de la directora, en el coloquio tras la proyección, demostró que ese mensaje de alerta ha calado hondo, sobre todo, en el más joven (y vulnerable).

Princesita es una producción de la compañía chilena Fábula (dirigida por Juan de Dios Larraín y Pablo Larraín), la argentina Sudestada Cine (Ignacio Rey) y la española Setembro Cine (Fernanda del Nido). Los hermanos Larraín y del Nido ya sumaron fuerzas en Neruda [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película], de Pablo Larraín (Quincena de Realizadores en Cannes) y en Una mujer fantástica [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película], de Sebastián Lelio (Oso de Plata al Mejor Guion en la pasada edición del Festival de Berlín). De sus ventas internacionales se encarga la firma mexicana Mundial.