13/11/2017 - Eva Vila firma un poema que evoca libremente el mito homérico, rodado en un entorno rural y con actores no profesionales, transmisores de un legado a punto de extinguirse

Eva Vila (Barcelona, 1975) logró premios con su anterior film, Bajarí (2013), pero previamente había rodado B-Side: la cara B de la música en Barcelona y El espacio de uno mismo. A la vez, es profesora del máster de Documental de Creación de la Universidad Pompeu Fabra y ha ejercido de productora con otros directores como Isaki Lacuesta, Mercedes Álvarez y Ricardo Íscar. Su nueva película, Penélope [+lee también:
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ficha de la película], se ha estrenado mundialmente dentro de la Sección Oficial a concurso del 14º Festival de Cine Europeo de Sevilla, rivalizando con otro documental que también habla del tiempo y el legado: El mar nos mira de lejos [+lee también:
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entrevista: Manuel Muñoz Rivas
ficha de la película], del hispalense Manuel Muñoz Rivas.

Penélope, como su propio título indica, es una recreación libre, sensorial y poética del clásico homérico, trasladado a un entorno rural subyugante y casi irreal gracias al tratamiento formal, la fotografía y, sobre todo, el sonido (aquí se oye el tiempo) que Eva Vila ha optado por dotar a esta reivindicación de una generación y unos modos de vida que están a punto de desaparecer. Para ello ha echado también mano de la naturalidad de unos personajes/actores no profesionales que se interpretan a sí mismos: Ramón Clotet Sala y Carme Tarte Vilardell. El primero encarna, o se ofrece tal cual es a la cámara del director de fotografía Julián Elizalde, a un hombre que regresa a su lugar de origen. La segunda, con su siglo de experiencias, es una de esas pocas modistas que aún quedan en algunos pueblos de España.

Ambos habitan en un lugar indefinido en el espacio y el tiempo que da al film esa atmósfera atemporal -entre lo soñado y lo vivido- que, por momentos, transmite aquella nostalgia de los films de Víctor Erice: El espíritu de la colmena y, sobre todo, El Sur. El tiempo se detiene y queda suspendido en este documental cuyo guion han escrito su directora y Pep Puig, dividido en capítulos, con una voz en off femenina que recita fragmentos de La Odisea y con las melodías de la cantante Alejandra Barber puntuando un estado anímico, frágil y atmosférico, que apela al arte de esperar.

El tañer de las campanas, los ruidos de la naturaleza, el tic-tac de un reloj y una radio encendida -que lo mismo transmite un informativo sobre la actual crisis catalana, como un espacio mítico para los españoles como fue el consultorio de Elena Francis- empujan al espectador a una inmersión sensorial en ese no espacio/tiempo que es este film que relee el mito trayéndole a un pensamiento escéptico: el hombre que regresa carece del halo de héroe, pues es un olvidado, cargado con el bagaje que el viaje ha depositado sobre sus espaldas. Y Penélope sigue cosiendo, mientras pasan las décadas...

Penélope es una producción de Araki Films (España) y Poland Studio (Polonia), que ha contado con los apoyos del programa Eurimages, el ICEC (Institut Català de les Empreses Culturals, ICAA (Instituo de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales) y TV3 (Televisió de Catalunya).