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SEVILLA 2017 Resistencias

Crítica: A estación violenta

por 

- La debutante Anxos Fazáns firma una pequeña, delicada e íntima adaptación de una novela sobre tres jóvenes y los (muy reducidos) espacios entre ellos

Crítica: A estación violenta
Nerea Barros, Alberto Rolán y Xosé Barato en A estación violenta

Dos hombres, una mujer, el tiempo y el espacio. Estos cinco elementos tan en apariencia simples, en profundidad complejos, son la constelación alrededor de la que orbita A estación violenta [+lee también:
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, la ópera prima de la directora pontevedresa Anxos Fazáns. La película es una adaptación libre de la novela homónima del también periodista Manuel Jabois, que ha sido presentada en la sección Resistencias del 14° Festival de Cine Europeo de Sevilla, y lleva a la pantalla la intimidad desgarrada y la cotidianidad tan leve como por momentos insoportable de tres personajes.

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Manoel (Alberto Rolán) es un joven escritor, que compagina sus intentos de volver a escribir con su colaboración en un programa sobre literatura de una radio local. Su melancolía pesa en todos sus gestos, en sus movimientos y en sus relaciones con los que lo rodean. A su lado, dos amigos de hace unos cuantos años, de una época más viva y alegre, con los que se reencuentra: David (Xosé Barato), más dinámico y desenfadado, intenta quedarse con lo mejor de lo que tiene que vivir, y Claudia (Nerea Barros, ganadora del Goya a Mejor actriz revelación por La isla mínima [+lee también:
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), enérgica y briosa, pero visiblemente fracturada, intenta dejarse llevar para olvidarse de lo que ha eliminado una parte de su identidad.

Manoel, David y Claudia vuelven a entrelazarse, recordando sus vidas pasadas, e intentando buscar una vía de escape. Desde las calles empedradas de Santiago de Compostela, en donde Manoel vive entre un apartamento desaliñado y la noche, dominio de su camello de confianza (Antonio Durán “Morris”), hasta la costa soleada de las Rías Baixas, en donde los tres personajes (más el de la hermana de David) deciden compartir una casa de verano, la historia se suspende sobre los cuerpos del trío. El de Manoel y el de David intentan proteger al de Claudia, quien aún lidia con los problemas que le ha provocado su adicción a la droga. La desnudez de los tres, a menudo mostrada en la pantalla, encaja tanto con la vulnerabilidad de los personajes como con un argumento impulsado por los sentimientos más íntimos y básicos.

Es en el espacio que se extiende entre la piel de Manoel, David y Claudia en donde A estación violenta se despliega como un ejercicio de cine físico, a lo que ayuda la decisión de rodar en celuloide, dotando a la imagen de un grano casi tangible, y la importancia de la música en directo, que de paso pone de manifiesto la vibrante y también joven escena de la música alternativa gallega.

La joven debutante Fazáns (de solo 25 años), que también escribió el guion, junto a Ángel Santos (director de Las altas presiones [+lee también:
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), Daniel Froiz y Xacobe Casas, retrata así con estudiada delicadeza a estos personajes frágiles, que parece que han vuelto del abismo solo para volver a asomarse a él.

La película está producida por Matriuska Producciones.

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