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PELÍCULAS Italia

Nunca hay que vender La casa di famiglia

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- El primer largometraje tras las cámaras del actor Augusto Fornari, que hoy llega a los cines italianos de la mano de Vision Distribution, es una comedia ligera con un buen reparto de jóvenes actores

Nunca hay que vender La casa di famiglia

Es una comedia de tono ligero y de humor directo y sencillo La casa di famiglia [+lee también:
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, ópera prima del actor Augusto Fornari, que hoy llega a los cines italianos de la mano de Vision Distribution, productora de la cinta junto con Italian International Film, de Fulvio y Federica Lucisano.

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La proveniencia teatral del director es notable en la especial atención prestada a los actores en la narración y en el carácter coral del reparto. La cinta la protagonizan, en efecto, cuatro hermanos que llevan cinco años con su padre en coma. Para ayudar a uno de ellos a salir de las graves dificultades económicas que atraviesa, deciden vender la villa de la familia. La película arranca con un flashback a los años 80 de una familia feliz en esta encantadora residencia rodeada de verde y sigue con la presentación de los personajes en sus propias caracterizaciones. Los hermanos no pueden ser más distintos entre sí: Alex (Lino GuancialeMaravilloso Boccaccio [+lee también:
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) es irresponsable e imprudente y debe afrontar la crisis financiera de su club de tenis; luego están los gemelos Oreste (Stefano FresiSmetto quando voglio [+lee también:
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), músico que ha abandonado la orquesta para componer su propia obra, y Giacinto (Libero De RienzoSmetto quando voglio), un gélido banquero que se dedica a cortar cabezas; por último, tenemos a Fanny (Matilde Gioli2Night [+lee también:
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), propietaria de una tienda que se desespera hasta el borde del estallido en llanto cada vez que oye pronunciar el nombre de su novio, Matteo (Michele Venitucci), que hace poco la abandonó.

Nada más vender la villa al amigo de la infancia y vecino de casa Zaffarano (Toni Fornari) y medio regalar los muebles a un improbable anticuario gitano (el cantautor Marco Conidi), los cuatro hermanos se ven de repente frente al milagro: su padre (un competente y medido Luigi Diberti) sale del coma y no va a ser fácil fingir que la villa ya no está, recuperar las reliquias familiares y ocultar la muerte del perrito antes de que vuelva el anciano progenitor. Los gags ligeros, algún que otro cliché y una ternura de fondo mantienen a flote la película, que solo profundiza en las relaciones que se instauran entre hermanos, hijos y padres. Los protagonistas saben dar frescura a la historia, que, como aderezo final, cuenta con la superflua presencia de Nicoletta Romanoff, en la piel de una niñera rusa que ejerció hace años de prostituta, en lo que demuestra ser un estereotipo bastante poco respetuoso de la categoría. 

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(Traducción del italiano)

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