03/07/2023 - Mélanie Delloye firma un thriller psicológico sobre los mecanismos de control y gaslighting del día a día de una joven pareja aislada en una mansión irlandesa

Tras haberse valido de sí misma para producir su primer largometraje, L'Indivision, la directora francobelga Mélanie Delloye está de vuelta con Nightman [+lee también:
entrevista: Mélanie Delloye
ficha de la película], su segundo largometraje, que ha sido presentado en estreno mundial en la competición nacional de la sexta edición del BRIFF y constituye una película de género en la que se explora la violencia de género. Este thriller psicológico, que examina la relación cada vez más tóxica entre una joven y su marido, se desarrolla con un telón de fondo impregnado de niebla y leyendas irlandesas.

Hay que decir que la joven protagonista Alex (interpretada con maestría por Zara Devlin) arrastra una enorme carga familiar. "Sonreí a mi padre cuando acababa de matar a mi madre", le confiesa a su psiquiatra en la escena inicial. No es de extrañar que este trauma la retenga en la cúspide de la edad adulta, en una especie de estado medio dormido. Cuando ella y su marido (Mark Huberman) —mayor que ella— deciden mudarse a la casa familiar de este último —situada en la linde de un bosque en el que resuenan los disparos de los cazadores—, el aislamiento y el hecho de sentirse extranjera en todo momento en su nuevo hogar la llevan a cuestionarse no solo a sí misma, sino también al hombre con el que se ha casado, cuyo comportamiento parece haber dado un pequeño giro desde que la joven ha empezado a hacer frente a los fantasmas de su pasado.

A medida que la niebla se apodera del paisaje, Alex descubre la leyenda de la banshee, una criatura femenina sobrenatural de la mitología celta irlandesa que parece hacerse eco de las muchas mujeres que han fallecido a lo largo de la vida de Alex, entre las que se encuentran su madre y su cuñada. La tensión aumenta cuando Damian empieza a experimentar crisis de sonambulismo, en las cuales parece luchar contra misteriosos enemigos que portan el mal en su interior.

Uno puede pensar que se trata de la típica película de una joven que se adentra en el bosque y se pone en peligro a sí misma para escapar de las garras de un sádico que no hace más que causarle sufrimiento. Sin embargo, tras la apariencia de folclórica e irlandesa película de género cuyo conflicto, que gira en torno a la oposición entre urbanitas vegetarianos y bestias sanguinarias del campo, parece conducir hacia un exorcismo final del que nadie saldrá ileso, Nightman constituye un largometraje cuyo verdadero propósito consiste en describir una compleja variante del control marital a través de la ficción. El gaslighting es una forma psicológica de manipulación en la que se induce a la víctima a dudar de lo que ha visto, oído, creído e incluso pensado, de manera que se refuerzan las mentiras o se achaca una determinada situación a un defecto de la víctima, que en este caso es el alcoholismo de una Alex que ya no bebe. La película también nos lleva a cuestionar el modo que tienen nuestras sociedades de “solucionar” los problemas de los niños que se desvían del camino establecido, así como las consecuencias que estos tratamientos —a veces experimentales— pueden acabar teniendo. Y es que para algunos, el ojo por ojo será siempre la mejor solución.

Nightman es la segunda obra —tras Deep Fear, de Grégory Beghin— de una cuatrilogía desarrollada de manera conjunta por las belgas Entre chien et loup y Black Swan Tales (esta última creada por el grupo francés Mediawan). Se trata de un conjunto formado por cuatro largometrajes de género artísticamente independientes, pero producidos todos según el mismo modelo. Este sistema, que ha sido probado y aprobado en Estados Unidos, está inspirado en Blumhouse, la productora de la exitosa Déjame salir.

(Traducción del francés)