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LOCARNO 2023 Competición

Crítica: No esperes demasiado del fin del mundo

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- El octavo largometraje de ficción de Radu Jude parece insinuar que el apocalipsis podría no llegar como una espectacular explosión, sino más bien como una avalancha de estupidez, y ya está ocurriendo

Crítica: No esperes demasiado del fin del mundo
Ilinca Manolache en No esperes demasiado del fin del mundo

"Transeúntes, no paséis por la vida con tanta frialdad. Yo era como vosotros, y vosotros seréis como yo", reza el epitafio de una lápida que se muestra en una de las escenas de la primera parte del nuevo largometraje de casi tres horas de Radu Jude, cuyo largo título se corresponde con la duración de la obra, No esperes demasiado del fin del mundo [+lee también:
tráiler
entrevista: Radu Jude
ficha de la película
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. La fugacidad de la vida en medio de la vorágine de ritmo desenfrenado de la ciudad, las imágenes de los medios de comunicación, las noticias incesantes y el ruidoso entorno actual son los elementos que constituyen el sutil leitmotiv de esta película que acaba de estrenarse en la competición internacional del 76.º Festival de Locarno. Destaca por su estética áspera, su atrevida franqueza y sus observaciones despiadadamente desprovistas de adornos sobre la realidad contemporánea —eso, y su reflexión sobre los medios de comunicación, que inevitablemente acompañan nuestras vidas modernas—. También se trata de un ensayo filosófico sobre la noción del cine actual, sobre la auténtica locura que entraña la precariedad laboral y sobre una responsabilidad social que todo el mundo parece intentar eludir de alguna manera. Lo sorprendente de la nueva epopeya de Jude es que, a pesar de su duración, cuanto más se acerca al final, más hambrientos deja a los espectadores de más de lo mismo.

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Todo gira en torno a Angela (Ilinca Manolache), cuya vida se resume en un torbellino de multitareas al tiempo que trabaja como asistente autónoma para una productora. Su rutina diaria consiste en conducir sin cesar por Bucarest en busca de un personaje adecuado para un vídeo promocional sobre la seguridad en el lugar de trabajo que una multinacional ha encargado realizar. Al no tener tiempo suficiente ni para comer como es debido ni incluso para tener sexo, lo único que distrae a Angela de su agotador trabajo es hacer viral de vez en cuando a su avatar bigotudo y malhablado. Entre tanto, se yuxtaponen episodios de su vida cotidiana con imágenes de Angela merge mai departe (1981), de Lucian Bratu, en las que otra Angela conduce un taxi por Bucarest durante los años de Ceaușescu. Las dos épocas políticas chocan y se complementan en un comentario irónico sobre la sociedad contemporánea, así como sobre las representaciones del pasado y del presente. El punto álgido de la narración se alcanza en la segunda parte de la película, cuando por fin se encuentra a un protagonista en silla de ruedas (Ovidiu Pîrsan) para el vídeo, y su versión del incidente laboral que le dejó paralítico no cumple con los criterios corporativos; por tanto, se le pide que ajuste una y otra vez su declaración hasta que la empresa esté satisfecha. Las frases se repiten hasta que carecen de significado y solo queda la fachada del concepto original. Quizá las últimas palabras de Goethe no fueran realmente "¡Luz, más luz!", sino "¡Nada, nada más!", reflexiona su pariente lejana y jefa de la corporación (Nina Hoss), que solo ha sido capaz de sacar tiempo para leer una de sus obras, Fausto.

Tras crear una película inspiradora y reflexiva a partir de un mosaico de cine de archivo, metraje amateur y un sinfín de temas de actualidad y atrevidas opiniones sobre el entorno mediático especulativo en el que estamos rodeados, Jude demuestra una vez más ser uno de los autores más originales de nuestro tiempo. Además, su falta de miedo a ser polémico —o simplemente a equivocarse— le permite crear un cine a una escala extraordinaria que no pretende necesariamente agradar, sino que trata de dar sentido al modo de vida actual, cada vez más inútil, en el llamado mundo occidental, al que Rumanía, al igual que otros países del bloque oriental, ansía desesperadamente pertenecer.

No esperes demasiado del fin del mundo ha sido producida por la rumana 4 Proof Film, y coproducida por la luxemburguesa Paul Thiltges Distributions, la francesa Les Films d'Ici, la croata Kinorama y la rumana microFILM. Las ventas internacionales corren a cargo de Heretic Outreach.

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(Traducción del inglés)

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