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ARRAS 2023

Crítica: Gondola

por 

- El cineasta alemán Veit Helmer continúa su viaje a través del cine mudo y poético con una película creativa y burlesca repleta de encanto y benevolencia

Crítica: Gondola
Nini Soselia y Mathilde Irrmann en Gondola

Había una vez un lugar de una belleza sin igual, un lugar situado en medio de un valle verde entre las impresionantes montañas de la región de Adjara, en Georgia, un valle atravesado por un pintoresco teleférico de época que comunicaba los pueblos de Khulo y Tago. Y había una vez un director alemán, Veit Helmer, que estaba encaprichado con el cine poético y mudo, un cineasta que ya se había hecho un nombre en este terreno gracias a películas como Tuvalu (nominada en la categoría European Discovery de los European Film Awards en 2000), Absurdistan [+lee también:
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(proyectada en Sundance en 2008) y The Bra [+lee también:
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(2018). El fruto de este amor tan intenso entre el cineasta y este paisaje es Gondola —proyectada en la sección Descubrimientos Europeos de la 24.ª edición del Arras Film Festival—, una comedia chispeante, romántica, burlesca y muy original.

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A veces, en la vida, un simple intercambio de miradas al cruzarse con alguien puede llegar a significar mucho. Algo así experimentan Nino (Nini Soselia) e Iva (Mathilde Irrmann), con la diferencia de que estas dos jóvenes disponen de muchas más oportunidades para profundizar en sus sentimientos —desde los sueños y la complicidad juvenil a la hora de divertirse hasta la atracción sensual—, ya que se cruzan una y otra vez durante sus jornadas laborales como conductoras de teleférico (vestidas con uniformes de azafata). Cuando una baja, la otra sube —y viceversa—, de manera que se suelen vislumbrar mutuamente a mitad de camino, en lo alto del cielo. Si a estos constantes y fugaces encuentros se les añade un telón de fondo de aburrimiento (apenas tienen pasajeros, salvo algún que otro campesinos, una anciana, un niño y una niña, un ataúd, etc. ), un jefe dictatorial y celoso (Zviad Papuashvili) y unos pocos habitantes dispersos bajo el teleférico en un valle donde todos se conocen, lo que se obtendrá será un escenario bien preparado para el deseo de algo extraordinario y la cocción a fuego lento de una pasión que dependerá en gran medida de los engranajes tanto del tiempo como del teleférico.

Este película tan rica en elementos poéticos pone de manifiesto una utilización maravillosa de su espacio limitado (las dos cabinas y las estaciones a ambos extremos de la línea) a la par que vasto (la inmensidad del cielo y la majestuosidad del decorado natural) para hacer avanzar una historia de lo más sencilla a través de múltiples variaciones tiernas y cómicas de la gran tradición muda del cine burlesco. Se trata de un juego en el que el cineasta sobresale gracias a su forma de aprovechar la totalidad de los objetos que le rodean para garantizar un trabajo de sonido de primera (concretamente la música compuesta por Sóley Stefansdottir y Malcom Arison) y sacar el máximo partido al carisma altamente expresivo de sus dos actrices principales. Todo ello confluye para crear una auténtica oda a la libertad (amar a quien queramos y hacer las películas que queramos) de lo más lograda, desenfadada, alegre y atemporal, un largometraje que atraerá a públicos de todas las edades.

Gondola ha sido producida por Veit Helmer Filmproduktion (Alemania) y Natura Film (Georgia), con el apoyo de Eurimages, entre otros. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de la italiana Coccinelle Film.

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(Traducción del francés)

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