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CPH:DOX 2024

Crítica: To Be an Extra

por 

- La película de Henrike Meyer es un documental humilde e íntimo sobre la sensación de estar perdido y atrapado en la rutina mientras intentas triunfar en el mundo del cine

Crítica: To Be an Extra

Intencionadamente o no, el programa de este año del CPH:DOX tendió un curioso puente temático entre dos películas, To Be an Extra de Henrike Meyer y la estadounidense My First Film de Zia Anger. Cabe añadir que ambas producciones son completamente diferentes, tanto en lo estético como en lo narrativo. Por un lado, tenemos el film de Anger, con un presupuesto más alto, que supone la “recreación” de su primer proyecto “fallido” de largometraje,con un elenco profesional (Odessa Young interpreta a Vita, el alter ego de la directora) y que su directora define como una obra de “autoficción”. Por su parte, la producción de Meyer es más bien un documental autocrítico y reflexivo. Sin embargo, ambas directoras comparten el deseo de mostrar de modo íntimo y profundo lo mejor y lo peor de su personalidad. Y lo más importante, las dos utilizan el cine como herramienta terapéutica.

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No es extraño que este modesto pero sincero documental indie (exhibido en la sección NEXT:WAVE del festival danés,la misma en la que se ha visto la producción de Anger) se sostenga gracias a la carismática y sincera interpretación de Meyer. Durante el film conoceremos a una joven y ambiciosa mujer que siente atascada en la vida, actuando como extra e interpretando papeles irrelevantes en anuncios y novelas para la televisión. El documental ha sido enteramente rodado en Berlín, lugar donde Meyer intenta abrirse camino en el mundo del cine al mismo tiempo que busca ganar un rol más prominente en su propia vida.

El aspecto más interesante tratado en el film es esa sensación de que uno no existe en plató, la cual se trasmite convincentemente gracias a la voz en off de Meyer y al metraje en bruto del rodaje. La idea de que el trabajo de extra esté compuesto de “vacuidad” y que sea más frívolo que el de actor queda perfectamente comunicada. Esto sucede al ver a Meyer de pie, inmóvil, pulsando teclas al azar en un ordenador mientras finge hablar con otros extras que se parecen más al PNJ (personaje no jugable) de un videojuego que a uno de carne y hueso. Salvo por el vestuario y algunos ligeros movimientos, no parece que haya una diferencia entre interpretar a un prisionero o a un policía. La cámara muestra a la figurante durante sus “actuaciones” desde varias distancias, pero es cuando sentimos que podríamos estar viéndola sin que lo sepa que las cosas se ponen interesantes de verdad.

La inclusión de conversaciones con su familia y otros extras facilita enormemente la comprensión de la narrativa, aunque se echa de menos una profundidad mayor a la hora de explorar las crisis personales y profesionales de la protagonista, lo cual se vuelve más evidente a medida que el film se aproxima a su arco final. Si bien es cierto que el sentirse incompleto y no realizado son conceptos clave en la trama, es precisamente su forma superficial de abordarlos lo que impide que estemos ante una obra mucho más creíble y convincente.

Aun con todo, To Be an Extra es un sólido debut para una directora que ahora está preparada para embarcarse en nuevas aventuras y contar historias diferentes. A medio camino entre “rito de iniciación” y sesión de terapia, nos encontramos frente a una película ante todo sugerente y que está enriquecida por varios momentos de reflexión que pueden resultar intrigantes.

To Be an Extra ha sido producida por la propia directora.

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(Traducción del inglés por Juan Ramón Parra)

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