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CINÉMA DU RÉEL 2024

Crítica: Sous les feuilles

por 

- Florence Lazar firma un documental muy refinado sobre la memoria, la naturaleza, lo invisible, la transmisión y el estigma del pasado colonial, que se mueve entre la botánica y la historia

Crítica: Sous les feuilles

"Tomémonos el tiempo necesario para escuchar a los árboles. Tienen mucho que decirnos". Nos encontramos en la cala de Bellay, en la isla de Martinica, en el corazón de la exuberante vegetación y las características aguas bañadas por el sol de las Antillas. Pero esta imagen paradisíaca esconde tras de sí una historia de sufrimiento, ya que se trata de un lugar en el que yacen enterrados más de sesenta cadáveres de esclavos. Es en las raíces de esta historia oculta, en un pasado enterrado, embrujado, terapéutico, transmitido de generación en generación por una cultura local que oculta mensajes invisibles, donde la documentalista francesa de origen serbio Florence Lazar (conocida sobre todo por Kamen - Les pierres y Tu crois que la terre est chose morte) ha decidido adentrarse con gran delicadeza a través de su nuevo trabajo, Sous les feuilles, que se ha estrenado a nivel mundial en la competición internacional del 46.º Cinéma du réel.

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"Lo llamaban propiedad arqueológica perteneciente al Estado francés, y es una forma de denominarlo que no nos hacía ninguna gracia. Les guste o no, ¡ahí dentro está uno de nuestros antepasados! Así que al final pasaron a llamarlo restos humanos". Este es el zigzagueante camino a través de los recuerdos en el que se embarca esta película de gran sensibilidad, que abarca elementos aparentemente dispares y abiertos a la interpretación con vistas a pintar finalmente un retrato de lo más coherente y profundamente informativo acerca de la conexión secreta entre la naturaleza y los seres humanos. Y es que se trata de vínculos que se mantuvieron ocultos en la época de la "colonización triunfante" —la propiedad de los amos y las cadenas de los esclavos—, pero que se remontan incluso más atrás, a la época de los indios americanos arahuacos que vivieron en la cala de Bellay dos siglos antes de Cristo.

"Cuando no tienes palabras para hablar, cuando te ves obligado a esconderte, has de encontrar una forma muy sutil de pasar desapercibido ante tu amo para transmitir un mensaje: tienes que volver al camino de la semilla". Es esta enseñanza casi botánica, alimentada por la oralidad ("hablar es dar vida") y las creencias en diversas formas de lo sobrenatural que imperan en Martinica (la magia de los quimbois), la que la cineasta revela paulatinamente a través de palabras individuales que resuenan unas con otras. Entre cortinas de lluvia que empapan el frondoso verde de la selva tropical, misterios y revelaciones que giran en torno a un árbol de Madagascar, un hospital psiquiátrico, un pescador de cangrejos, una planta "rompe cuchillos" y una divinidad conocida como Changó, emerge un paisaje repleto de relatos e historia. La película, que constituye a la vez una discreta investigación microcósmica y una receta basada en una asociación de ideas que lo dice todo, no es otra cosa que una forma alusiva y muy contenida de arte cinematográfico oculta bajo un velo de modestia.

Sous les feuilles se mantiene en todo momento fiel a su hilo conductor —tal y como indican los graffiti que se vislumbran en la película, hay que crear desorden para poner orden— y se adentra en las sombras de la memoria colectiva al "acompañarnos y llevarnos al otro lado de la vida". Asimismo, se trata de una película que canaliza con maestría las emociones transgeneracionales heredadas de un pasado histórico muy doloroso, al tiempo que se mantiene fiel a un principio fundamental: "no olvidar nunca".

Sous les feuilles ha sido producida por Sister Productions, que también se encarga de las ventas de la película.

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(Traducción del francés)

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