Crítica: I’m Not Stiller
por Giorgia Del Don
- En su último largometraje, Stefan Haupt decide adaptar el clásico de la literatura alemana No soy Stiller, de Max Frisch

Estrenada mundialmente en el Filmfest München, donde compite en la categoría CineCoPro, I'm Not Stiller [+lee también: 
entrevista: Stefan Haupt
ficha de la película], del suizo Stefan Haupt, cuenta con un reparto excepcional: Albrecht Schuch y Paula Beer en los papeles principales, para adaptar una de las novelas más emblemáticas de Max Frisch, uno de los gigantes de la literatura alemana.
I’m Not Stiller es una película enigmática que gira en torno al tema de la identidad, tan querido por el escritor suizo. En el centro de la narración encontramos al señor White (Albrecht Schuch), un joven y dinámico estadounidense nacido en Zúrich. De regreso a su ciudad natal, White se enfrenta a lo que él define como un error de identidad. Todos están convencidos de que se trata de Anatol Stiller, un destacado escultor que desapareció misteriosamente siete años antes. Las cosas se complican aún más por el hecho de que Stiller está acusado de ser un espía, un traidor, razón por la cual el señor White es detenido inmediatamente al llegar a Suiza. Aunque James White sigue afirmando que no es el supuesto escultor, todos, incluida la esposa de Stiller, Julika (Paula Beer), están convencidos de que miente. ¿Y si Stiller tuviera realmente un doble? ¿Qué verdad se oculta tras la obstinación de White? I'm Not Stiller invita al público a reflexionar sobre el concepto mismo de realidad y sus límites. ¿Y si el lenguaje fuera insuficiente para expresarla? ¿Y si la pareja, como pretende la sociedad heteropatriarcal, no fuera más que una dolorosa imposición?
Inmersa en una atmósfera con tintes hitchcockianos, la película empuja al espectador a cuestionarse la posibilidad de volver a empezar, como si la vida no fuera una, sino múltiples; como si pudiéramos tejer infinidad de relaciones sociales, sentimentales y familiares; como si pudiéramos sentirnos realmente libres para ser lo que queramos ser. La obstinación de White, pero también su desenfado, su exaltación del progreso y la grandeza de Estados Unidos (que pone de relieve la excesiva meticulosidad suiza), se inspiran en la propia imaginación de Max Frisch y en su deseo de criticar una sociedad que conocía demasiado bien.
Aunque el cineasta ha optado por una adaptación bastante clásica de la novela, el hecho de situar en el centro de la historia a la esposa de Stiller, Julika (una bailarina clásica que se ve obligada a dejar de actuar debido a la tuberculosis), hace que la historia resulte muy moderna. De hecho, Julika es una mujer independiente y ambiciosa a pesar de las limitaciones de la sociedad en la que vive, una artista que no se conforma con el papel de musa. Este aspecto rebelde (como en la escena en la que declara sin rodeos a su marido que no tiene intención de abandonar su carrera para tener hijos) la convierte en la heroína de una historia construida inicialmente en torno a un personaje masculino.
Clásica en su forma pero moderna en sus temas, I'm Not Stiller se mantiene fiel a la novela de Max Frisch, pero aportando un toque personal. En ese sentido, la juventud de los dos protagonistas ofrece a la película una frescura innegable.
I’m Not Stiller es una producción de C-Films AG (Suiza) y Walker + Worm Film (Alemania), coproducida por Studiocanal GmbH (Alemania) y SRF.
(Traducción del inglés)
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