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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Snow White

por 

- Con un bello cuento de amor condimentado de hip-hop y de cocaína, Samir sorprende y molesta pintando con la misma radicalidad el atractivo de la superficialidad y la tierra quemada de la droga

En A tout jamais (Immer & ewig, 1991), Samir ya exploraba la fabula del gran amor contrariado. Quince años más tarde, con Snow White [+lee también:
tráiler
entrevista: Carlos Leal
entrevista: Samir
ficha de la película
]
, la realidad desaloja a la irrealidad, la seducción de los paraísos artificiales remplaza la del paraíso simplemente, pero el amor triunfa. El de Paco (Carlos Leal), hijo de emigrados muy dependiente de los principios y cantante de hip-hop a la moda, y de Nico (Julie Fournier), desorientada e hija de ricos. Convertido en un maestro en el arte de incrustar imágenes, Samir describe rápidamente y con humor el retrato de la pareja que está naciendo. Su flechazo, en cambio, sucede en una atmósfera altamente surrealista: mientras que asiste a un concierto de Paco que ella ve por la primera vez, la fuerza de atracción de sus miradas es tan fuerte que Nico vuela literalmente hacia la escena para caer en sus brazos. Si a Samir le gusta bascular de repente hacia lo mágico, hace un uso muy moderado en Snow White. Lo esencial del filme se inscribe en efecto en el realismo, dejando ver así la intención del cineasta - que no hace abstracción de una cierta fascinación - de examinar el descenso de Nico al infierno. Ya que la joven, que no sabe que hacer con su vida, se droga. Y a Paco eso no le gusta para nada. ¿Quién, entre la pasión amorosa, la pasión por la música y la pasión por la droga, tendrá la última palabra? La elección de Samir es evidente, pero sus personajes tienen todo el tiempo para destrozarse y herirse hasta que lo descubran ellos mismos.

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Habiendo accedido al cine por la puerta del video, Samir no es un recién llegado en el paisaje del cine suizo. Agregadas a sus convicciones humanistas, su curiosidad y su imaginación abundantes lo han llevado a posar su mirada sobre sujetos muy diferentes y a componer una obra tan apasionante como heteróclita. No es asombroso entonces que se haya impuesto con su primer largometraje, hilarante patchwork que liga tira cómica y polar negro a golpes de incrustaciones. En el nombre de la pequeña decena de filmes de autor que él ha realizado, se encuentran obras también contrastadas como Filou (1988), crónica de un barrio popular de Zurich adornada de una memorable lluvia de aparatos de televisión, Babylon 2 (1993), documental sobre los inmigrantes de la segunda generación que rompen radicalmente con la forma tradicional o Forget Baghdad (2002), exploración en profundidad de la identidad de los judíos árabes israelíes. De una forma visceral rebelde a todo encierro, Samir no es un cineasta que bate su obra en ermita. Su gusto inmoderado por la fantasía lo ha llevado a realizar una fábula completamente chiflada en esperanto, La Eta Knabino (1997). No teniendo miedo tampoco de dejarse guiar por la pasión, reacciona al primer bombardeo americano de Babdad, su ciudad natal, rodando un pequeño filme de una fuerza excepcional, (It was) just a job. Muestra a su familia delante de la televisión, en Zurich, contemplando las imágenes de los "golpes de cirugía" vistos del cielo...

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