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BERLINALE 2016 Competición

Soy Nero: Rafi Pitts estigmatiza el comportamiento de EE. UU. con el Otro

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- BERLÍN 2016: La jornada americana de la Berlinale arrancó con la crítica que lanza una película protagonizada por un joven mexicano que quiere convertirse en un "Green Card soldier"

Soy Nero: Rafi Pitts estigmatiza el comportamiento de EE. UU. con el Otro
Johnny Ortiz en Soy Nero

Seis años después de la magnífica película iraní The Hunter [+lee también:
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, el carismático cineasta persa Rafi Pitts regresa a la competición de la Berlinale con Soy Nero [+lee también:
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, una producción entre Alemania (Twenty Twenty Films), Francia (Senorita Films) y México que estigmatiza el comportamiento de Estados Unidos para con el Otro, tanto en el interior como en el exterior de sus fronteras mediante la historia de Nero, un joven mexicano que entra ilegalmente al país norteamericano con el propósito de convertirse en un "Green Card soldier", esto es, obtener un permiso de residencia al combatir con el ejército estadounidense. Nero, sin embargo, no consigue, a pesar de sus esfuerzos, que se reconozca su sentimiento de pertenencia en el país en que creció.

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La primera parte de Soy Nero, que comienza con el entierro militar del padre, la entrega a la familia de la bandera estelada y el regreso de Nero justo al otro lado de la frontera (lo suficientemente cerca como para jugar al voleibol con los jóvenes estadounidenses de enfrente), lo muestra en una posición de inmigrante clandestino dispuesto a todo con tal de vivir de nuevo en Estados Unidos. Nero entra en auto-stop recogido por un padre que viaja con su hija, un personaje suculento que representa por sí solo todos los extremos típicamente asociados a los estadounidenses. Ora sentencioso y amenazante, ora lleno de humor y bonhomía, el hombre guarda un revólver en la guantera por prudencia y una actitud fanfarrona que no gusta a la policía local, rozando la bipolaridad. Su destino es Los Ángeles, donde va a recibir la sorpresa de reencontrarse con su hermano Jesus no en el garaje en que pensaba que trabajaba como mecánicos sino en una villa extravagante de Beverly Hills, lo que dará lugar a escenas y diálogos de lo más sabrosos.

La segunda mitad del relato mantiene el humor impertinente y sarcástico (podemos citar la escena de la llegada de Mohammed de Michigan, la de un buscaminas llamado Armstrong que avanza como un astronauta...) y muestra a nuestro joven protagonista combatiendo en Oriente Medio en compañía de otros jóvenes que, como él, se sienten un poco perdidos en mitad del desierto luchando por una causa que no acaban de comprender, lo que vuelve el combate a muerte posterior más absurdo todavía.

A lo largo de toda la película, Rafi Pitts desgrana con una rara inteligencia diálogos en los que se mide el peso de cada palabra, ora llena de sentido, ora pronunciada con un tono de chascarrillo (en realidad, desde el principio hasta el final no paramos de reír). Lo mismo vale para todas y cada una de las escenas (que retratan, una a una, las etapas del recorrido de Nero), perfectamente compuestas y dinámicas dejando al espectador el tiempo de acomodarse en ellas, gozar plenamente de todos los aspectos y niveles de sentido que ofrece sin borrar la sonrisa, a pesar de todo, frente al morro y la sagacidad de Pitts. El director, así, hace gala de una gran capacidad para evocar situaciones muy serias sin perder de vista su ironía.

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(Traducción del francés)

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