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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Más Allá de las Colinas

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- Tras su Palma de oro en 2007, el director rumano Cristian Mungiu presenta una película exigente y reivindicativa contra un mal que habita en el corazón de su país.

Tras conseguir la Palma de Oro en 2007, el director rumano Cristian Mungiu presenta una película que no sería fácil para el espectador si no fuese acompañada de la fotografía, la puesta en escena y el guion más exigentes. Para la competición oficial del festival de Cannes vale la pena el juego que brilla en esta comunidad ortodoxa aislada de toda forma de modernidad.

Cuando Alina vuelve de Alemania para llevarse a Voichita, su amor del orfanato en el que crecieron juntas, se encuentra con un rival que ha conquistado su corazón. Además, no se trata de cualquier pretendiente: es Dios quien regula desde ahora la vida monástica de su amiga. Alina es un elemento que perturba la comunidad. El Padre y sus monjas se proponen curar a Alina, que sufre la ausencia de Dios en su corazón.

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Mungiu ya trata el comunismo corrosivo de la sociedad rumana; en Más Allá de las Colinas [+lee también:
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entrevista: Cristian Mungiu
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amplía su análisis llegando hasta los daños colaterales que la retirada de la marea roja provocó. El cineasta elige a dos huérfanas como protagonistas para simbolizar el sentimiento de un pueblo que de repente se ha liberado de sí mismo y es preso de nuevos peligros, incluido el más peligroso de ellos: la ignorancia. Cristian Mungiu asocia esta ignorancia con la religión y el poder de la iglesia ortodoxa rumana, que prima sobre los presupuestos del estado en detrimento de las escuelas u hospitales. Sin embargo, ha decidido abordar este tema por la puerta de atrás y utilizando una comunidad religiosa que parece estar sin blanca. No se trata de un complot ni de intenciones deshonestas: la puerta sigue cerrada aunque se sugiera que el dinero no esté totalmente gestionado según las apariencias. En realidad la tragedia viene de la doctrina que aplican al pie de la letra hasta el perjuicio físico; pero incluso en la lenta inmersión que supone llegar al nivel extremo de injerencia, el autor evita juzgar las intenciones de los personajes. Tan solo salen a relucir las pompas de ignorancia. La culpa va más allá, lo importante es la fuente, pues la película tan solo presenta a víctimas en un subtexto, una reivindicación que ya podemos ver en los libros de Tatiana Niculescu Bran, en los que el director se ha inspirado sin dejar de basar su relato en hechos reales.

Más Allá de las Colinas contó rápidamente con financiación rumana (Mobra Film, Mandragora Movies), francesa (France 3, Why Not Productions) y belga, gracias a la participación de los hermanos Dardenne y su productora: Les Films du Fleuve.

Pese a su longitud, la cinta mantiene un mismo ritmo con un único plano por escena sin que las acompañe la más mínima nota de música. El espectador debe mantener la atención durante los 150 minutos que dura la película. Si miramos a través de la ventana de los irreprochables encuadres, la fotografía de Oleg Mutu nos sumerge en el invierno rumano, sin electricidad, sin humos, sin fuego y sin aire, no muy lejos de las ciudades, pero "más allá de las colinas" a las que hace referencia el título y que parecen montañas infranqueables.

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(Traducción del francés)

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