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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Paradise: Faith

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- La segunda parte de la trilogía de Ulrich Seidl llega a la Mostra con todo el arte de la provocación típico del director austriaco

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es la segunda parte de la trilogía Paradise, que comenzó en Cannes con Paradise: Love. Ulrich Seidl aprovecha su selección en la 69ª Mostra de Venecia para reafirmar su rumbo hacia la ausencia total de compromiso. Su película será probablemente una de las más provocadoras, pero también una de las más divertidas de esta competición.

Anna Maria es la hermana de la protagonista de la anterior entrega. Se la puede ver en una breve escena al principio de Paradise: Love [+lee también:
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, justo antes de que las dos hermanas (y la hija obesa, protagonista de la que será la tercera parte de la trilogía) se separen para las vacaciones. Mientras que una va a experimentar el desengaño del turismo sexual a Kenia, la otra (Maria Hofstaetter, habitual en el cine de Seidl desde Días perros) decide dedicar sus vacaciones a la evangelización de los barrios más desfavorecidos de Viena. Vestida de solterona y acompañada de una imponente estatua de la virgen, llama a las puertas para que Cristo llegue a una serie de personajes, a cual más patético, más grotesco que el anterior. Estas ovejas descarriadas intentarán abusar de ella físicamente o poner a prueba su fe, y a menudo ambas cosas. Sin embargo, Anna Maria, que es una ferviente enamorada de Jesús, tendrá que enfrentarse a otra lucha. Cuando su marido (Nabil Saleh, un increíble actor no profesional), parapléjico y musulmán, vuelve después de pasar dos años con su familia egipcia, reivindica su lugar en el lecho conyugal. Anna Maria debe rechazar sus acercamientos con una fuerza y una convicción que el pobre hombre no comprende. Entre estos dos seres destrozados a distintos niveles se sucederán dramáticas jugarretas que unen la comedia negra y el drama.

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El público es en todo momento el único testigo, rehén de los peores excesos, pero ve menos que en Paradies: Love. No es que las escenas sexuales sean menos explícitas, sino que lo ridículo de esta devoción pasa por flagelaciones reales y numerosas luchas en el suelo que crean los marcos más extravagantes. También son más divertidas, a pesar de que no existe ningún velo estetizante o censor del montaje. En lugar de provocar malestar, las escenas provocan una risa nerviosa ocasionada por situaciones extremas. La película sufre más a menudo las mismas repeticiones que su predecesora, pero también se beneficia de la ocasión. Eso forma parte del método del director austriaco, que, de película en película, impone un estilo propio, mezcla de improvisación, encuadres fijos y una serie de temas como la religión (a la que hizo referencia en su documental Jesus You Know de 2003) o los animales (Animal Love, 1996), centro de una cómica secuencia entre un gato y el marido minusválido.

Tan gráfica como el director suele ser en la representación de cuerpos imperfectos y situaciones que huyen de las convenciones estéticas del cine tradicional, Paradise: Faith (con su lógico desenlace, su excesiva crítica de la religión o la oposición del catolicismo extremo de Anna Maria al Islam ultra moderado de su marido) es la obra más accesible en la filmografía del director de Import/Export [+lee también:
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. Ulrich Seidl podría salir muy bien parado con un notable triplete en el estreno de la tercera parte de su trilogía, en competición en la próxima Berlinale.

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(Traducción del francés)

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