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PELÍCULAS / CRÍTICAS

A Month in Thailand

por 

- El primer largometraje de un joven cineasta rumano que ya dio que hablar con sus cortos en Cannes y Berlín participó en la Semana de la Crítica del festival de Venecia.

A pesar de su “exótico” título, A Month in Thailand [+lee también:
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(lit.: un mes en Tailandia), dirigida por Paul Negoescu y presentada en la 27ª Semana internacional de la crítica de Venecia, tiene un dejo muy rumano y la voz de su joven director (cumplirá 28 años el 5 de septiembre) aporta frescura en el panorama de la producción nacional: Negoescu olvida el pasado y, como consecuencia del bajo presupuesto de la cinta, la impregna un cierto minimalismo a la hora de abordar el tema, obteniendo un resultado tan novedoso como diferente.

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El joven Radu (Andrei Mateiu) tiene previsto pasar la noche de año nuevo con su novia, Adina (Ioana Anastasia Anton), y amigos comunes. Ella lo ama pero hay algo que impide a Radu amar a Adina de igual modo. En el supermercado, el novio cree ver a su antigua pareja entre la multitud, lo que le hará tomar sorprendentes decisiones sobre su futuro.

Aunque no es una historia de amor, A Month in Thailand acciona los mecanismos correctos para convertirse en una película que va más allá de una historia de “un chico que traiciona a su novia”, tocando los temas del arrepentimiento, la esperanza, el valor, el deseo de vivir y la madurez. Habla de la persistente sensación de haber cometido un error y del deber de hacer algo para que las cosas vuelvan a su sitio antes de que sea demasiado tarde. A Month in Thailand presenta el dilema de un joven cualquiera (no hay nada extraordinario en Radu, ni en su novia ni en sus amigos) y lo convierte en el dilema del espectador, impeliéndolo a que se haga la pregunta más difícil, esa que empieza por “¿Y si…?”.

El guion, franco y sutil, que firman Negoescu y el actor Vlad Trandafir, aborda la angustia de una generación bastante impopular entre los directores rumanos. La novedad del asunto tal vez encumbre a A Month in Thailand entre el público joven cuando se estrene en su país, a mediados de noviembre. Una de las mejores cosas de esta producción de Hi Film es que presenta a toda una generación de actores prometedores e interesantes a los que hemos visto poco o nada en el cine rumano. Andrei Matieu encarna de manera excelente al taciturno Radu, fuera de lugar en mitad de la energía de sus amigos, que solo quieren celebrar la Nochevieja y emborracharse. Solo caben elogios también para Ioana Anastasia Anton, que dota a Adina tanto de pasividad como de agresividad. Sin embargo, las estrellas del elenco son Victoria Raileanu, que interpreta a Emilia, una chica del grupo de Radu que cuenta una historia de amor incondicional, y Sinziana Nicola, en el papel de Nadia, la ex novia de Radu y protagonista de uno de los momentos más poderosos de la película.

No cabe duda de que un presupuesto mayor no habría venido nada mal: los escasos 600.000€ conllevan a una falta de recursos visible en las escenas multitudinarias y en los largos momentos de karaoke (el productor Ada Solomon y el director Tudor Giurgiu hacen sendos cameos). En cualquier caso, A Month in Thailand [+lee también:
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es una ópera prima tan convincente y bien hecha como cabría esperar de un director cuyos cortos ya fueron seleccionados en algunos de los mayores festivales del mundo, como Cannes y Berlín.

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