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Juan Barrero • Director

"Aprendí a dirigir montando películas de otros"

por 

- La jungla interior, primera película de Juan Barrero, se estrena por fin en España y charlamos con el cineasta

Juan Barrero  • Director

Por fin se ha estrenado este viernes, 17 de octubre, en España, La jungla interior [+lee también:
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(crítica), primera película de Juan Barrero producida por Luis Miñarro (Eddie Saeta) y Labyrint Films, que fue galardonada con el premio Nuevas Olas en el último Festival de Cine Europeo de Sevilla. Charlamos con este cineasta, nacido en Salamanca en 1980 y protagonista, junto a su pareja, Gala Pérez (vista en Antígona despierta), de esta arriesgada e inusual película sobre el amor, el desencuentro, la memoria y la naturaleza.

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Cineuropa: ¿De dónde nace la pulsión de dirigir un film tan personal como La jungla interior?
J
uan Barrero: El impulso de filmar a Gala fue caótico: lo primero que rodamos fue su embarazo. Empecé a pensar en la película cuando estaba rodando un documental en la jungla de Costa Rica: ella me llamó y me dijo que estaba embarazada. Intenté expresar la incertidumbre, el miedo y el terror a la paternidad a través de las imágenes de aquella naturaleza peligrosa e inexpugnable. Al regresar, grabamos otros momentos y Gala entró en el juego: vi que era un animal cinematográfico, muy fotogénico, que funcionaba ante la cámara. Esas imágenes se quedaron casi tres años guardadas, hasta que me encontré con Luis Miñarro, quien me animó a completar la película.

¿Pero qué tenían esas tomas que te seducían tanto?
Me interesaba que la cámara estaba en un lugar incómodo: había situaciones y escenas muy explícitas y expuestas, que generaban intranquilidad y cuestionamiento al espectador: éste se preguntaría por qué está ahí, entre los cuerpos de unos amantes. Como cineasta, me interesa el lugar donde está la cámara: que la distancia desde donde estás grabando te genere preguntas contigo mismo, con tus prejuicios y acervo cultural. A partir de ahí completamos la segunda parte del rodaje, más profesionalizado y con un eje más marcado, sin guión, pero con una dirección clara.

¿Te ha servido, en este proceso, tu experiencia previa como montador?
Totalmente: se aprende a dirigir montando trabajos de otros, descubriendo las necesidades reales, porque es la hora de la verdad. Con la misma materia prima se puede ir en muchas direcciones, como con los ingredientes de una receta. Ese aprendizaje como montador me ha permitido, al trabajar con Gala, no dudar tanto como lo hubiera hecho si no tuviera esa experiencia y así no traspasarle a ella las dudas: estar montando, sobre la marcha y en escena, la película mentalmente, sabiendo qué voy a necesitar, qué planos, qué cortes y qué recursos.

¿Quiénes formaban el equipo?
Fue un equipo pequeño, aunque en la intimidad sólo estábamos los dos. Todo está montado con ese tono de toma única y momento testimonial, pero sin gente fundamental -montador, sonidista, etc.- no hubiera sido posible. 

¿Cuánto tiempo ha llevado todo el proceso?
Contando la conversación con mi tía que aparece en el film, que tuvo lugar en 2004, ha pasado una década. Pero quitando eso, duró desde 2008, cuando yo estaba en Costa Rica, hasta finales de 2012.

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