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Martti Helde • Director

"Me dejo guiar por mis sentimientos, y por lo que me parece importante crear para la sociedad"

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- Cineuropa habló con el director Martti Helde tras el éxito cosechado por su primer largometraje In the Crosswind

Martti Helde  • Director

Desde su estreno internacional en Toronto, el primer largometraje del joven cineasta estonio Martti Helde, In the Crosswind [+lee también:
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entrevista: Martti Helde
entrevista: Martti Helde
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, ha sido aclamado como un debut sorprendentemente innovador. Las deportaciones estalinistas en masa de decenas de miles de personas desde Estonia, Letonia y Lituania se rememoran a través de una serie de cartas escritas por Erna, encarcelada en Siberia. Sin embargo, el sorprendente enfoque visual deja en un segundo plano la narración epistolar. In the Crosswind consiste en trece tableaux vivants meticulosamente compuestos en los que la cámara se desliza lentamente a través de un diorama de figuras suspendidas en el tiempo. La película acaba de ganar el Premio Ecuménico del Jurado en la 30ª edición del Festival de Cine de Varsovia. Cineuropa habló con Helde sobre su película.

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Cineuropa: ¿Por qué elegiste el tema de las deportaciones para tu primera película?
Martti Helde:
En un principio In the Crosswind iba a ser un documental corto. Durante el pitching forum del documental en Tesalónica tanto la audiencia como nuestra futura distribuidora (Deckert Distribution) nos llevaron a considerar seriamente convertirlo en un largometraje.

Por otro lado, siempre me ha interesado la historia. Hay muchas historias olvidadas de los tiempos de la pre y la posguerra que necesitan ser contadas y recordadas. La generación que pasó por aquello está desapareciendo, lo cual significa que es nuestra última oportunidad de compartir esas historias.

¿Por qué elige un veinteañero relatar esos acontecimientos?
Mi abuelo sobrevivió a un campo de prisioneros así que crecí inmerso en historias de guerra. Me familiaricé con esos temas desde una edad muy temprana. Al ser historias que me afectaron en mi infancia, me preocupaba que las nuevas generaciones no las conocieran, así que sentí que tenía que conservarlas de alguna forma.

Nunca pensé que fuera demasiado joven para explorar temas complicados. Siempre me dejo guiar por mis sentimientos, por aquello que me llama la atención, y que me parece importante crear para la sociedad y la comunidad. Con In the Crosswind, estaba convencido de que cuatro años de dedicación era lo mínimo que podía ofrecer. Lo hice por respeto hacia mis antepasados.

¿Cómo fue el proceso de preparación con el director de fotografía, Erik Pöllumaa?
Basamos nuestro trabajo creativo principalmente en las artes visuales. Analizamos la representación del cuerpo humano tanto en pintura como en escultura. Puesto que el lenguaje visual de nuestra película es como un recorrido por un jardín de esculturas, remitirnos a otras películas no nos habría beneficiado demasiado.

Centramos los preparativos principalmente en encontrar la atmósfera adecuada. Tratamos de encontrar palabras y recursos visuales que expresaran una serie de sensaciones a través del lenguaje visual. Nuestro diseñador de producción, Reet Brandt, y la diseñadora de vestuario, Anna-Liisa Liiver, también jugaron un papel importante. Nuestra idea era crear un todo visual coherente entre los distintos departamentos.  Cada uno contaría la historia usando sus propios medios. Por eso pasamos meses juntos, viendo fotos, dibujos y bocetos. Estábamos buscando soluciones, instrumentos para expresar esas sensaciones de la manera más eficaz posible.

Nos inspiramos en muchos autores, y lo que determinaba nuestras referencias era la naturaleza de cada escena. Algunas de las influencias más obvias fueron Jean-François Millet y Caspar David Friedrich.

Las esculturas vivientes recrean de manera intensa la deportación. ¿Cómo tomaste esta decisión y cuánto tiempo llevó montar y rodar todas las composiciones?
El estilo de la película lo visualizamos desde el principio. La idea de semejante forma vino de una de las cartas que cayó en mis manos, donde un deportado estonio escribía: "Aquí en Siberia, siento que el tiempo se ha detenido, que nuestros cuerpos están aquí pero nuestras almas siguen en el verano de Estonia." Supe inmediatamente que quería producir una sensación similar en el espectador, y el tableau vivant parecía la única solución infalible.

El proceso de preparación dependía de la complejidad de cada escena. Por regla general, nos llevó entre dos y cuatro meses preparar una escena, seguidos de un día de rodaje. Después de cada día de rodaje teníamos unos cuantos días libres e inmediatamente después empezábamos a preparar la siguiente escena. Debido a esto, el desarrollo, la preparación y la producción duraron más de cuatro años. En total, involucramos a más de 700 actores. 

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(Traducción del inglés)

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