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Icíar Bollaín • Directora

"Paul Laverty me lleva a temas insospechados"

por 

- Tras dos films rodados lejos de la geografía europea, como También la lluvia y Katmandú, un espejo en el cielo, la cineasta madrileña recorre nuestro continente con El olivo

Icíar Bollaín  • Directora

Icíar Bollaín ha vuelto, tras También la lluvia [+lee también:
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 (localizada en Bolivia) a rodar un guión de su pareja, Paul Laverty, quien se fascinó con una noticia ocurrida en el sur de España: ése fue el germen de esta road-movie y cuento titulado El olivo [+lee también:
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, rodada/producida entre España y Alemania.

Cineuropa: ¿Por qué precisamente un olivo es el centro de tu película y no una encina o un algarrobo?
Icíar Bollaín: Porque se basa en un hecho real, en una noticia que leyó Paul: hace unos años se arrancaron en España miles de olivos para usarlos en decoración, que se enviaban a toda Europa y hasta a China. Hubo un grupo de agricultores en Castellón que se unió para exigir una ley que los protegiera y se paró así el expolio. La noticia se llamaba El viaje del abuelo, y contaba la historia de uno de esos olivos que viajaba hacia el norte de Europa, y a él le fascinó, porque vio una metáfora de muchas cosas: lo que representa este árbol para la cuenca mediterránea, los muchos años que tiene (es patrimonio, un trozo de historia) y también la idea de cosificarlos: ese concepto consumista de "como yo tengo dinero, me planto un olivo milenario en el jardín". Pero… ¿qué pasa con la gente mayor que los cuidaba? Fuimos a ver los árboles y nos quedamos impresionados, porque son como esculturas; Paul habló con la gente y fue construyendo el guión.

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¿Hicisteis un "casting de árboles" para elegir al emigrante?
La directora de arte vio cientos de ellos y me enseñó unos sesenta, y el que aparece en pantalla fue el que más nos llamó la atención: era impresionante, con ocho metros de diámetro; aparte, debía tener una cierta altura, para que diera vértigo cuando un personaje se sube en él: tiene seis metros de alto. Les han pasado tantas cosas a estos olivos en su larga vida, que a unos les faltan ramas y a otros parte del tronco, pero el que elegimos estaba completo. Y, mirando desde un ángulo concreto, vimos que tenía como una cara: el guión decía que tenía la de un dragón, algo que íbamos a construirle con escayola, pero finalmente no hizo falta.

En la película hablas de cosas importantes desde la sencillez: ¿menos es más?
Todo eso estaba en el guión, que tiene una apariencia sencilla, de fábula, pero luego, a distintos niveles, habla de muchas cosas. Tenía que tener ese tono, porque es una "marcianada" lo que les pasa a los personajes. Lograr eso era fundamental, para que fuera creíble. También lo trabajé con el músico, que fuera real pero tuviera algo de cuento: "Erase una vez una adolescente macarra, un abuelo y un olivo…".

¿Qué te ha dicho el público joven del film?
La gente joven se identifica mucho con la relación de Alma, la protagonista, y su abuelo: cuando realizaba el casting con los actores, les preguntaba por sus relaciones con los abuelos y todos las tenían porque, incluso mis hijos, pertenecen a una generación que se ha pasado mucho tiempo con los mayores. Esa relación es muy bonita: Paul me lleva a lugares donde yo sola no iría, pues yo no habría hecho una historia sobre un árbol ni sobre la relación abuelo-nieta.

¿Rodar en Europa ha sido más fácil que hacerlo en Bolivia o Nepal, como sucedió en tus anteriores films?
Al ser en casa ha resultado más fácil: un placer. Y el rodaje en el pueblo fue una gozada: ya había tenido una experiencia similar con Flores de otro mundo, porque la gente se vuelca; hay actores que son del pueblo y algunas ideas te las aporta la gente. Las otras películas, que exigen el esfuerzo de irte a otro país, son muy ricas, pero se agradece estar en tus términos y tu lengua.

¿Cómo elegiste a la actriz protagonista, Anna Castillo?
Hice un casting abierto: vi a chicas más conocidas y menos, con experiencia y sin ella. Buscaba a alguien que debía tener mucho carisma. Y Anna tiene juventud y además experiencia teatral: habla claro y posee dominio de la escena. Me sorprendió desde que la vi, porque no te cansas de mirarla, no te aburres, es interesante y comunica. Puede ser dura y dulce, incluso a veces caer mal, pero tiene mucho poderío.

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