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Léonor Serraille • Directora

"La puerta abierta a una gran libertad narrativa"

por 

- CANNES 2017: Estuvimos con la directora francesa Léonor Serraille con motivo de su presentación en Cannes, en Un Certain Regard, de su ópera prima, Bienvenida a Montparnasse

Léonor Serraille • Directora
(© F. Silvestre de Sacy / Festival de Cannes)

La joven cineasta francesa Léonor Serraille ha firmado un debut en el largometraje formidable con Bienvenida a Montparnasse [+lee también:
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, una producción de Blue Monday Productions que acaba de estrenarse a escala mundial en la sección Un Certain Regard del 70ºfestival de Cannes.

Cineuropa: ¿De dónde vino la idea de la película y de un personaje femenino casi "borderline"?
Léonor Serraille: Lo que vive el personaje en la película comparte muchas cosas con lo que yo he podido vivir: pequeños trabajos, su relación con París, la llegada a una gran ciudad en la que uno puede sentirse perdido… Me apetecía repasar elementos con un personaje que fuera lo más distinta posible de mí. Yo soy muy introvertida y quería rendir homenaje a esas personas que "abren la boca", esos que de un momento a otro empiezan a hablarte en el metro y uno siempre encuentra extraños. Tenía ganas de abordar un personaje completamente desplazado pero con reacciones totalmente sanas, normales frente a acontecimientos de lo más trivial que cualquiera puede experimentar cuando llega a una ciudad o no tiene demasiado dinero. Por lo demás, también influyeron películas que retrataban a mujeres solitarias y dignas como Claire Dolan, de Lodge Kerrigan, o Sue, perdida en Manhattan, de Amos Kollek.

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¿Cómo desarrolló la intriga?
Quería que el público se sintiera atraído poco a poco cada vez más por el personaje, que no hubiera ni un fuerte vínculo desde el principio ni tampoco un encadenamiento lineal. Debía haber mucha extrañeza en su recorrido y que se fuera mostrando progresivamente, como por capas que se van retirando una tras otra. Así, la forma de la película tenía que parecerse a su humor, que es un poco "borderline". Como ella ya no tiene nada, todo es posible, y el humor, el poder de las palabras, hablar con alguien en el metro, es muy poderoso en esas situaciones en las que no se tiene gran cosa. Es algo posible en términos de fantasía y de lenguaje cuando uno “está pelado”: era la puerta abierta a una gran libertad para la narración y para el personaje, puesto que hay algo roto pero, al mismo tiempo, algo que se construye con lo que ella cosecha de los demás, una cierta comodidad. Había que pasar de un estado despedazado a algo sólido que se vaya construyendo en la película. Toda la escritura, por tanto, fue pensada con elipsis para que avanzara de manera un poco inesperada, con la obtención, o no, de entrevistas de trabajo, pequeños trabajos, etc.. Era preciso que el personaje llevara dentro de sí todas las tonalidades diferentes y que no se instalara nunca sino que se estuviera buscando constantemente.

¿Qué puede decirnos de la actriz principal, Laetitia Dosch?
Ella saca adelante la película, literalmente. No escribí la cinta pensando en una actriz en especial, ya que se trató de mi guion de estudios en La Fémis. La descubrí en La batalla de Solferino [+lee también:
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y tuve la impresión de no haber visto nunca una actriz como ella en el cine francés. Después la vi en sus one-woman-shows. Cuando la conocí, me conquistó. Había puntos en común muy fuertes entre su personalidad y la que había dado al personaje. Tenía la impresión de que ella disponía de todos los colores para interpretarla y que, además, iba a proponer un montón de cosas más. Ella quería trabajar con texto y ya había hecho mucha improvisación. Yo necesitaba a alguien muy vivo y polémico que pusiera en jaque el guion. Ella aportó enormemente. Hacían falta múltiples temperamentos para Paula y Laetitia demostró tener esa capacidad: puede ser muy infantil, muy adolescente y una mujer fatal. No entiendo muy bien por qué no la vemos más en el cine porque es una actriz increíble.

¿Y en cuanto al ritmo de la película?
Reforzamos lo más posible el personaje principal, tanto en la reescritura de guion como en el rodaje y, sobre todo, el montaje. A veces poníamos patas arriba las directrices de la puesta en escena. Había rodado muchos planos secuencia, así que teníamos mucha libertad con el material de que disponíamos. El guion tenía un enfoque más bien de crónica más larga, lo que evitamos trabajando mucho con las elipsis y otros medios de manera que fuera el personaje el que marcara el tempo.

¿Quería usted hacer un retrato implícito de la soledad urbana?
La idea era tener un retrato pero dejar también que respirara con otros retratos dentro de él, otros personajes que destilan sus pequeñas cosas, otros elementos discretos de sátira y de crítica. Había que variar y ser concreto, tal y como aquello que atraviesa Paula, sola en una gran ciudad. Pero estos elementos de crítica social tenían que aparecer sobreentendidos. No quería denunciar nada, sólo que esto estuviera presente.

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(Traducción del francés)

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