email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

Damien Manivel, Kohei Igarashi • Directores

"Hemos dedicado mucho tiempo a transmitir emociones"

por 

- VENECIA 2017: Cineuropa habla con Damien Manivel y Kohei Igarashi, directores de La Nuit où j'ai nagé, que se ha proyectado en la sección Orizzonti

Damien Manivel, Kohei Igarashi  • Directores
(© La Biennale di Venezia - foto ASAC)

En su primer largo juntos, La Nuit où j'ai nagé [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Damien Manivel, Kohei Igar…
ficha de la película
]
, proyectado en la sección Orizzonti del Festival de Venecia, Damien Manivel y Kohei Igarashi narran un día en la vida de un niño. Este muchacho, interpretado por Takara Kogawa, se enfrenta a las nieves de Aomori mientras espera a su padre, un pescadero al que apenas ve. 

Cineuropa: Muchas películas con un protagonista infantil se narran desde el punto de vista de los adultos. ¿Queríais evitar caer en esto?
Damien Manivel: Ambos somos adultos, ya no somos niños. Pero en esta película, queríamos ver el mundo a través de los ojos del niño, ponernos a su nivel.Nos gusta el cine que llama a la reflexión. Cuando ves una película de ese tipo por primera vez, quizás no sepas qué es lo que sientes exactamente. Pero luego reflexionas sobre ella y de repente, unos días más tarde, te das cuenta de que te encantó. Hemos tratado de hacer algo parecido: dedicar mucho tiempo a transmitir emociones al público. 

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

¿Cómo ha sido el trabajo con Takara Kogawa?
Kohei Igarashi: No queríamos controlarle de ninguna manera. Queríamos estar seguros de que se expresara con libertad.

D. M.: En La Nuit où j'ai nagé, la historia es sencilla, y sabíamos cómo queríamos filmar al niño. Pero una vez que lo tuvimos claro, le dimos libertad absoluta. Nuestro film es una obra de ficción, no un documental. Así que en vez de hablar sobre el niño, queríamos centrarnos en los sentimientos.

Antes de decidiros a trabajar juntos, ambos estabais desarrollando proyectos por separado. ¿Fue difícil pasar de repente a tener en cuenta la perspectiva de otra persona?
K. I.: Queríamos compartir una misma visión, lo cual no implica que coincidiéramos en todo, ya que ambos partíamos de un planteamiento diferente. Nos respetamos el uno al otro y a nuestras obras, así que escuchábamos siempre lo que el otro tenía que decir.

D. M.: Antes de rodar la película, hablamos mucho sobre qué tipo de sentimientos queríamos evocar. Y luego comenzamos a pensar en cómo conseguir ese efecto. Pero muchas veces, o casi todo el tiempo, el propio Takara aportaba nuevas ideas, cambiando completamente lo que habíamos pensado. ¡Y eso nos encantaba! 

K. I.: Cuando te permites cierto grado de libertad, la película se convierte en algo mucho mejor, sobre todo porque te abres a nuevas maneras de hacer las cosas.

D. M.: Cuando estábamos escribiendo el guion, no creíamos que la película sería muy graciosa. Pero luego conocimos a Takara, que tiene mucha gracia, y decidimos incorporar ese aspecto. Tuvimos mucha suerte. Si controlas todo, deja de ser divertido, al menos en lo que respecta al cine. Tienes que estar dispuesto a tomar riesgos, aunque no estés seguro de que vayan a merecer la pena.

¿Por qué ambientar el film en un lugar tan concreto? Da una sensación de gran aislamiento.
K. I.: Para los japoneses, Aomori —que significa "el bosque verde"— representa el invierno. Allí hay tanta nieve en invierno... Es donde más nieva de todo el país. Otro motivo para rodar allí es que el invierno es muy largo. 

Para un niño, que percibe el tiempo de un modo completamente diferente, puede parecer que el invierno nunca terminará. Esa espera interminable parecer estar presente en toda la película.
I. K.: Para los niños, todo dura más tiempo. Y especialmente para este, porque está solo. El tiempo se ralentiza cuando no hay nadie cerca.

D. M.: Creo que La Nuit où j'ai nagé no trata tanto sobre la espera como sobre la soledad. Este chico se encuentra en una especie de burbuja y lucha contra el tiempo. Pero es verdad que cuando eres tan pequeño, todo parece una eternidad. Incluso coger el tren, pues las distancias son simplemente inmensas. 

¿Por qué decidisteis no incluir diálogos?
D. M.: Queríamos ser muy precisos filmando todos los detalles, cada pequeño gesto, cada pequeña aventura; no queríamos inventar un drama donde no lo había. El niño solo quiere dormir, se aburre e intenta quitarse la nieve de sus botas. Sus problemas son muy básicos.

Hay poesía en el silencio... Es algo muy poderoso. Cuando empezamos a desarrollar el film, hablamos mucho sobre literatura infantil. Solo tienen imágenes, pero logran transmitir mucho. Eso es lo que más nos inspiró.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

(Traducción del inglés)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Lee también

Privacy Policy