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Nabil Ayouch • Director

"Explorar esa mayoría silenciosa en sus luchas individuales"

por 

- TORONTO 2017: Después de la sensación Much Loved, Nabil Ayouch vuelve con Razzia, estrenada mundialmente en la competición Platform

Nabil Ayouch • Director

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es el sexto largo de Nabil Ayouch, cuyas dos últimas películas se presentaron en Cannes (Los caballos de Dios [+lee también:
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en Un Certain Regard 2012 y Much Loved [+lee también:
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en la Quincena de los Realizadores 2015). Producida por la compañía parisina Unité de Production con Bélgica y Marruecos, Razzia es vendida internacionalmente por Playtime (anteriormente Films Distribution).

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Cineuropa: ¿Cuál es el origen de un proyecto tan ambicioso, que entrelaza los relatos de cinco personajes y dos épocas en la historia de Marruecos (1982 y 2015)?
Nabil Ayouch: Hasta ahora, en mis películas, siempre me había interesado por los marginados, tanto en Ali Zaoua como en Los caballos de Dios o incluso Much Loved. En Razzia, quería lanzarme a hacer algo que fuera más una película total, una suma de todos esos años que he pasado aquí, una suma de todas las personas que he visto, que he conocido y que forman una mayoría, pero una mayoría silenciosa. Tenía ganas de explorar esa mayoría silenciosa a través de sus luchas individuales durante un período de transición, el comienzo de los años 80, con el que empieza el film en las montañas y que es el período de arabización de la enseñanza, de la educación.

La cinta prosigue luego en Casablanca, en 2015, donde se introducen los otros cuatro personajes principales. ¿Por qué hablar de estos personajes concretos?
Tienen que ver con lo que me impacta de las personas que conozco, con las problemáticas que me impactan. El restaurador judío vive en negación, en un mundo idealizado, y querría ser tolerante y fraternal. El joven del barrio popular de la Medina sueña con convertirse en estrella del rock, y sufre el rechazo de su barrio y hasta de su padre. La joven adolescente parece tener todo y solo desea una cosa, formar parte de ese Marruecos plural y diverso, pero está completamente aislada y sola. Y finalmente, la mujer está inmersa en una especie de resistencia cotidiana, contra su pareja y contra la sociedad, y para mí encarna a toda una generación de mujeres que no solo son marroquíes o del mundo musulmán, sino de lugares mucho más lejanos, esa mujer que decide reapropiarse de un espacio, su espacio, ya sea público o privado. Me he dado cuenta de que todos me conmovían, cada uno a su manera. Los he conocido a todos en los 18 años que he vivido aquí, y simplemente tenía ganas de hablar de ellos.

¿Cuáles eran tus intenciones en la puesta en escena?
Quería que fuera bastante sencilla, que priorizara ante todo la emoción de mis personajes, porque son humanos, conmovedores, emotivos, porque tienen debilidades que había que buscar desde la distancia, en la manera de filmar, en la manera de mirarlos y observarlos, de situarlos ante el mundo que les rodea. Ha sido una decisión que he tomado constantemente durante el rodaje. Porque no era evidente: los buscaba en su intimidad, pero al mismo tiempo formaban parte de un todo. Ahí reside la complejidad del film: cada uno se mueve en su trayectoria personal, y al mismo tiempo esa trayectoria personal es más amplia y a veces los supera, sobre todo en la parte final de la película.

Háblanos de la tensión permanente del film y de la violencia que acaba estallando.
Los personajes viven en un equilibrio bastante precario, están sobre la cuerda floja. Uno siente que el equilibrio puede romperse, pero no lo hace: se mantiene en tensión. Al final, la situación explota porque creo que, al igual que estos personajes, todos vivimos con miedos en la sociedad contemporánea en la que nos movemos. En cualquier momento, estos miedos estallan, se expresan como una especie de catarsis que para mí es extremadamente representativa de la época que estamos viviendo. Evidentemente no trato de defender la violencia de ningún tipo. Trato de decir que la violencia está entre nosotros, lo queramos o no, que es una vía de expresión y que hay que desconfiar de ella. Pero al mismo tiempo, a veces, guardarse esa violencia en el interior, reprimirla, es mucho menos redentor que dejarla salir, expresarse, justamente porque dice cosas sobre nuestra época.

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(Traducción del francés)

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