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Luca Bigazzi • Director de la fotografía

Un deseo de ligereza de simplicidad

por 

- El famoso director de la fotografía cuenta el rodaje casi documental de J’aime travailler

Complice del cineasta Gianni Amelio con quien trabajó sobre Lamerica (1994), Cosi ridevano (1998) y Les clefs de la maison (2004), Luca Bigazzi es actualmente el director de la fotografía más famoso de Italia. En su activo, cerca de 50 películas, de Mort d’un mathématicien napolitain de Mario Martone (1992) a Pains et tulipes(2002) de Silvio Soldini, pasando por Les conséquences de l’amour (2004) de Paolo Sorrentino o una de las más grandes producciones transalpinas de la temporada Roman criminel de Michele Placido (2005). Para J’aime travailler, ha encontrado a Francesca Comecini tres años después de b>Zeno, les paroles de mon père y Carlo Giuliani, ragazzo.

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¿Cómo nació la urgencia de hacer esta película?
Luca Bigazzi: Hay sobre todo una urgencia de tipo política. La película habla de acoso, de una práctica antisindical y anti-humanista aplicada por los propios trabajadores para conducir a otros empleados al despido. Es un tema muy interesante del que se comienza solamente a entender la importancia. Y luego hay una razón personal que me impulsó a hacer una película de este tipo: un deseo de ligereza de simplicidad porque esta película es enteramente rodada cámara al hombro, sin grupo electrógeno, con solamente un ayudante operador y un electricista. No hay maquinistas, ni de equipos de electricistas. Nos conectábamos a las tomas de corriente de los lugares en los cuales filmábamos y nos arreglábamos con tubos de neón y pequeñas luces. Rodamos en una atmósfera realista, utilizando generalmente la luz natural. Al realizar una película como J’aime travailler de este modo, no pienso que las posibilidades cinematográficas estén disminuidas, es más bien una experimentación muy interesante de lo que la luz natural puede ofrecer a la película de ficción.

¿Qué descubrió gracias a esta experiencia?
Aprendí enormemente: de lo que me creía incapaz resulta realizable. Hay una mayor libertad de movimiento, la cámara se desplaza más fácilmente ya que no hay ni trípodes ni proyectores. Una historia de este género debe contarse con un determinado realismo fotográfico y también porque la velocidad a la cual rodábamos nos permitía hacer aún más planes y prestar una mayor atención al juego de los protagonistas, teniendo en cuenta un tiempo de rodaje extremadamente limitado de cinco semanas.

Presupuesto limitado, tiempo limitado… ¿Por qué no haber rodado en numérico?
La ligereza del numérico sólo es aparente. La cámara es ligera, pero la Aaton A-minima Super 16 mm. que utilizamos lo este también. Además, la necesidad de iluminar es menor mientras que filmamos en película, con relación a la “probablemente” mayor luminosidad del numérico. A mi modo de ver, el numérico no se adapta aún para algunas luces.

¿Cuál fue su relación con la realizadora, Francesca Comencini?
Me sorprendió su capacidad para hacer actuar a actores no-profesionales que interpretan quienes son en la vida. No teníamos bocetos para los diálogos, sino sugerencias sobre lo que se desarrollaría en la escena. El texto se inventó en el momento de las tomas. Se trata casi de un documental de ficción o de una película documental. El cine vuelve a hablar de la realidad. Es un realismo modernizado: estas cámaras, las películas, la ligereza, la posibilidad de utilizar solamente tubos de neón, es casi un regreso al neo-realismo italiano de posguerra, cuando no se tenía ningún medio.

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