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Gianni Amelio • Director
En la Mostra de Venecia con La stella che non c'è

El síndrome chino

por 

No ha convencido del todo a la crítica pero ha conquistado al público, que ha aplaudido largamente, el filme italiano La stella che non c'è [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
(lit. "La estrella que falta") (lee artículo) de Gianni Amelio, en concurso por el León de Oro en Venezia 2006, ocho años después de Così ridevamo (lit. "Así reían"). Amelio es uno de los realizadores más apreciados, por la sensibilidad con la cual trata sus historias de vida real.

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Cineuropa: Un filme "on the road" existencial, un viaje al descubrimiento de sí mismo, a través de un planeta desconocido como China, el de su Vincenzo, obrero de una fábrica desmantelada que parte a la búsqueda de una fundición china que esconde un defecto peligroso, que sólo él cree poder eliminar.
Gianni Amelio: Es un hombre que necesita recuperar su tierra perdida. No ha dejado nada, quiere saber si puede tener la oportunidad de una segunda vida. Así que se inventa un fallo mecánico como truco para convencerse a sí mismo de que su nuevo camino es el correcto.

¿Por qué China?
No fui a China para favorecer la propaganda. La mía es la historia eterna de la necesidad de vivir, de no darse por vencido.

¿Cómo le pareció ese país?
Fue una experiencia fortísima. Es un país de contrastes increíbles, de la Sangai de ciencia ficción al campo paupérrimo donde se vive en tugurios y no todas las imágenes que lo muestran pude mostrarlas en el filme. Hoy China está sofocada por un sistema burocrático duro, dictatorial, sobre el cual se ha instalado lo peor del capitalismo a costa de la vida de los trabajadores. En todas partes donde hemos rodado, el cielo era gris, con neblina, impenetrable, a causa de una polución que llega a niveles que dan miedo. Hemos visto el sol solamente cuanto llegamos al interior de Mongolia.

Nueve semanas de tomas después de tres meses de observación del medio. ¿Cuáles son las dificultades encontradas?
La comisión de control cinematográfico, que nosotros llamaríamos censura, siguió paso a paso todas las versiones del guión y en el plató siempre había un funcionario. No querían que rodáramos en la fundición de Chongqing, uno de los lugares más terribles de la tierra, donde las mujeres cocinan entre emanaciones tóxicas y los niños descalzos y abandonados giran entre los deshechos del acero. Me impidieron filmar una pequeña manifestación de estudiantes que protestaban contra la polución del acero. Pero no puedo quejarme de la manera en que me trataron. Los chinos te hacen una zancadilla pero luego te ayudan a alzarte.

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