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Eric Guirado • Director

Una película soleada

por 

- Eric Guirado • Director de Le Fils de l'épicier

Le Fils de l'épicier [+lee también:
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, segundo largometraje del director francés Eric Guirado, continúa en las pantallas francesas gracias a la publicidad del público (artículo). Encuentro con un realizador, tan tranquilo y modesto como su película, en competición oficial en el 22° Festival Internacional de Cine Francófono de Namur (28-09/05-10).

Cineuropa: Le fils de l’épicier es una película más realista que su primer filme, Quand tu descendras du ciel. ¿Es el resultado de los documentales que realizó mientras tanto?
Eric Guirado: No, es más bien mi manera de proceder. Me ocupo de la fotografía desde hace mucho tiempo. Observo a la gente y me gusta descubrir a las familias. Necesitaba también, y tenía ganas, una cámara que estuviese en la misma posición que el espectador, que descubriese las cosas en el momento en que pasan. Se trata de dar a sentir más que de dar a ver. Intenté que la película impactara más por la fotografía que por las explicaciones. Cuando se hacen documentales, se está al acecho, se debe estar con lo que se filma, y no al lado de lo que se filma. Durante la escritura de la película, me parecía que debería haber una relación con lo real, la vida. Entonces decidí ir a entrevistar a estos tenderos que conducen camiones, los filmé para mí y volví con escenas extraordinarias. Todo esto interesó a un productor, y finalmente, hice tres documentales de 52 minutos sobre esta gente. Eso alimentó mucho mi relato. De la misma manera, quería que el campo no fuera solamente un decorado, sino que se sintiera su influencia en el comportamiento de cada uno. Tenía también ganas de una película más ligera que la primera, una película soleada y no tener que trabajar bajo la nieve (risas).

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Antoine va evolucionado hasta convertirse en un hombre y sentir ternura, pero Le fils de l'épicier es también una historia de hombres y parentescos.
Sí, creo que la dulzura es también una historia de madurez. Se trata de un personaje que va en busca de su identidad. Y su identidad se revela con el contacto con los demás, algo que le molesta, aunque, sin haber tomado el buen camino antes, esta misma situación lo va encaminando (risas). Antoine está también en la sombra de su padre, es “el hijo de”. Su camino es, en primer lugar, imponerse como sí mismo. Antoine es para mí un muchachito al principio de la película. Tiene sueños, se enoja, quiere ir rápidamente. Pero recibe bofetadas. Y está bien. Gracias a Claire, a las mujeres, aprende a utilizar las palabras, la suavidad, el placer. Claire le muestra, antes incluso del placer amoroso, cómo tener placer con su trabajo. Él no es dotado para eso, y luego, con el contacto con los demás, se enternece.

A través de esta profesión y de estos personajes de una determinada edad, la película habla también de la transmisión entre generaciones.
Para mí, se trata, sobre todo, de la transmisión de una forma de solidaridad que se erosionó mucho en la ciudad. Antoine vuelve a aprender las bases de la comunicación y la vida en sociedad. Descubre que lo esperan, que hace un favor. En la ciudad, su trabajo es intercambiable. No tiene una verdadera identidad, ni lugar, él no es necesario para nadie. Sin hacer apología del campo, descubre el placer de ser importante, incluso modesto, haciendo algo simple. Se trata también de hablar, como en mi película anterior, de una forma de exclusión, olvido, indiferencia. Cuando se cierran las oficinas de correos, se matan estos pueblos, se aleja aún más la civilización. Son los verdaderos comercios de proximidad los que deberían ser ayudados actualmente en Francia. ¡Cuando los ancianos no pueden permanecer dignamente en sus casas, los mandamos a asilos, donde mueren durante la canícula!

¿Cómo explica el éxito de la película actualmente?
Es una obra de arte (risas). No… por una parte, creo que la película cayó bien, contrariamente a la anterior. No había muchas películas francesas en la cartelera, y el tiempo era desastroso cuando se estrenó. Además, la acompañé mucho en todo el país y la gente se reconoce, se conmueve con esta historia de familia y esta cuestión de solidaridad. Se siente contenta, me dice, de no ver una película donde todo se explica, donde todo ya está masticado. Sé que no he realizado una película de autor muy puntiaguda, y no me pesa; me gustan las historias que están al alcance de todo el mundo. Quiero que el público haga el esfuerzo de venir a ver la película, y que despierte en él la curiosidad y la apertura, no la pereza.

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