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PELÍCULAS / CRÍTICAS

The Robber

por 

- Atracos a bancos, maratón y persecuciones en una frenética película alemana que ha sido muy apreciada en la Sección Oficial en competición de la Berlinale 2010

Cinco años después de presentar en la sección Una Cierta Mirada de Cannes la compleja y enigmática Sleeper, el alemán Benjamin Heisenberg acaba de presentar en la Berlinale su segundo trabajo, The Robber [+lee también:
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entrevista: Benjamin Heisenberg
ficha de la película
]
, igualmente inteligente y controlado pero con un impacto mucho más directo, casi físico. Algo casi lógico teniento en cuenta que se trata de la adaptación de una novela de Martin Prinz inspirada en la historia real de un ladrón de bancos y campeón de maratón austriaco cuya fuga apasionó a todo el país.

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Johann, el protagonista interpretado por Andreas Lust (Revanche [+lee también:
crítica
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entrevista: Götz Spielmann
ficha de la película
]
), de rostro impasible y tenso a un tiempo, que se identificó completamente con el personaje (incluido el entrenamiento deportivo), se define como un anti-Sísifo. No es ni el dinero ni los trofeos la justificación de su vida, que incluso mientras que estaba en prisión esté totalmente ocupada por esta fuga desenfrenada, ya sea de la policía o de otros corredores, que lo arrastra, sin aliento, hacia una espiral fatal. Corre por correr, “como un jugador empedernido”, destacó Heisenberg en la rueda de prensa. Por otra parte, Johann lo expresa claramente cuando dice a su “amiga” Erika (Franziska Weisz) “nunca he dejado de correr”, o “lo que hago no tiene nada que ver con lo que llamas la vida”. Cuando el hombre encargado de supervisar su libertad condicional lo califica como inestable, no podría estar más lejos de la realidad. Johann no tiene ni familia ni amigos y prefiere permanecer sin trabajo antes que modificar su programa de entrenamiento porque está guiado en todo por esta especie de energía, quizá combinada con un deseo de muerte.

Heisenberg nos propone de nuevo a un personaje impenetrable e insistió ante los periodistas presentes en Berlín que renuncia a una exploración psicológica o moral. No hay explicación que justifique su fiebre por correr, ni un antiguo trauma que la haya creado (por eso no se dice nada sobre su pasado). Por otra parte, contrariamente al verdadero Johann, que terminó por suicidarse, el de la película corre hasta el final. Hay así escenas de persecución muy bien llevadas, en cuanto al trabajo de cámara y la música como en el ritmo elegido, ya que Heisenberg detesta las persecuciones demasiado rápidas que dejan a veces al espectador por el camino (como la que los dos personajes van a ver al cine). El propio realizador comparó su película, donde el natural prevalece sin que la cámara sea sacudida, a un documental animal sobre la persecución de un lobo o de un puma.

Lo que perderá a esta máquina a correr, dijo Heisenberg, es que, como revela la escena final, su corazón muy entrenado y cerrado a cualquier otra cosa puede también conmoverse. Erika, tal como ocurre con Seberg en la película de Godard, en conjunción con el frenesí auto destructor de Johann, termina por causar directamente su pérdida y poner fin a su carrera, así como a la de Heisenberg que, extenuado de un sano cansancio, ya anunció que su próxima película se desarrollaría en un único lugar.

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(Traducción del francés)

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