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BERLINALE 2012 Fuera de competición / Reino Unido

Bel Ami: un bonito homenaje a la modernidad y la audacia de Maupassant

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No es casualidad que la novela Buen amigo (Bel-Ami), publicada por Guy de Maupassant por entregas en la revista Gil Blas, vuelva con regularidad a la gran pantalla. No decae la fascinación por el personaje de Georges Duroy, un hombre apuesto y ambucioso en el París de la Belle Époque que divide su tiempo entre el desenfreno del cabaret Folies Bergères y las conversaciones sobre política, capitalismo y escándalos en los salones. En el Bel Ami [+lee también:
tráiler
ficha de la película
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de los ingleses Declan Donnellan y Nick Ormerod, Duroy es un Robert Pattinson concupisciente que no esconde sus orígenes humildes ni su ambición por escapar al infortunio de su condición social.

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Para conseguir este objetivo en 1885, más que talento hay que tener amistades. Así, al principio de la película, cuando Georges se cruza con Charles Forestier, el jefe de la redacción de La Vie Française, no duda en recordarle el tiempo que pasaron juntos en la guerra de Argelia y en aceptar sin pestañear un dinerillo para comprarse algo decente para una cena a la que cual no podría haber acudido por sus propios medios.

La ascensión social de este joven mentirosamente cándido que reside en una habitación miserable comienza sin dilación esa misma noche. En la cena en los aposentos de Forestier Georges conoce a tres mujeres que le pondrán el apodo que da título a la obra y que le servirán, primero una por una y luego todas a la vez, de trampolín social. El director sienta a las tres mujeres, hermosas cada una a su manera, una a una frente al protagonista, de forma muy teatral.

La primera es la fría Madeleine Forestier (Uma Thurman), cuya autonomía y decisión parecen casi masculinas, si bien en seguida explica que en realidad son las mujeres quienes gobiernan París y que ella está dispuesta a ayudarlo, incluso a escribir sus artículos, con la condición de que no olvide en ningún momento que serán amantes. A diferencia de la primera, la lozana Clotilde de Marelle (Christina Ricci) prefiere la ligereza a la política; ella será la primera que llegue a un acuerdo con Georges (pues todo funciona aquí a través de contactos y arreglos): los dos se reunirán en una habitación que pagará ella. Por último, las estratagemas de Virginie Rousset (Kristin Scott Thomas), más mayor y peor negociadora, son eficaces hasta que ella pierde la cabeza por Georges, le da información sobre las trampas de los primerizos y recibe en recompensa el más doloroso mal de amores. Aunque cabría pensar que “Bel Ami” ama de verdad primero a Clotilde y luego a Madeleine, con la que termina casándose, pronto nos damos cuenta de que el nuevo capricho de estas damas (su gigoló, como en algún momento puede parecer) no es más que un oportunista dispuesto a todo con una boca tan exquisita como desdeñosa y maquiavélica.

En unos decorados ricos y llenos de detalles (flores en los muros y en las sábanas, por ejemplo), el reparto reunido por Donnellan y Ormerod para esta sátira de una sociedad vil y corrupta con los mismos vicios de nuestra época hace maravillas para que el joven seductor que vemos al principio nos produzca al final una abyección sin nombre. Su trabajo prueba que la novela Bel-Ami, adaptada con fidelidad en esta ocasión, contiene un realismo humano y social tan pronunciado que sigue siendo una obra de rabiosa actualidad.

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(Traducción del francés)

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